De vacaciones ¡a trabajar!

AutorRogelio Elizalde

Aunque las vacaciones son para descansar, muchos viajeros eligen trabajar voluntariamente cada vez que pueden: construyen casas, dan clases de inglés o limpian reservas naturales. Esta tendencia recibe el nombre de volunturismo y se practica en casi todo el mundo.

Para hacerlo de la mejor manera posible hay que acercarse a asociaciones reconocidas que ofrecen experiencias a nivel nacional o internacional de trabajo voluntario.

"Para ejercer el volunturismo o cualquier actividad de voluntariado se debe partir del respeto a la comunidad a la que se llega, quitar la creencia de que vamos a enseñar cómo se deben hacer las cosas. Primero hay que observar, informarse, aprender y ya luego ayudar", dice Metzeri Jiménez, quien ha construido casas con Techo en Tabasco, Chiapas, Guanajuato, Monterrey, Haití, Chile, Bolivia y Costa Rica.

La asociación Techo (antes Un Techo para mi País) nació en Chile en 1997 y ahora tiene presencia en 19 países de Latinoamérica, incluido México. Su misión es construir casas de madera para familias en condiciones de pobreza extrema.

"En Techo queremos mejorar comunidades, no de manera asistencialista ni regalando nada, tampoco como una simple diversión para los voluntarios. El chiste es hacer algo por los demás, aprender de la gente y regresar cambiado tú también", explica Ana Cristina Ayala, otra voluntaria de Techo.

La asociación convoca principalmente a jóvenes de preparatoria y universitarios (aunque no tengan conocimiento alguno de construcción) para acudir a una comunidad y edificar una sencilla casa de madera, al tiempo que conviven con las familias beneficiarias. Éstas, además de que pagan una cantidad simbólica, ayudan a los voluntarios en la construcción. También cocinan la comida para todos.

Otra recomendación de Jiménez es no tomar al volunturismo como una forma de sentirse mejor respecto a sí mismo, sino como un camino informado para combatir la pobreza y recomponer el tejido social, muchas veces roto por la desigualdad; los voluntarios no deben ser vistos como dadores benevolentes ni los miembros de las comunidades como receptores de caridad.

Los proyectos de voluntariado pueden inspirar incluso un cambio radical de vida, como ocurrió con Christopher Sours, ingeniero industrial, quien viajó a Tanzania por ocho meses con la asociación The Olive Branch for Children, que atiende proyectos con personas en extrema pobreza y niños huérfanos, algunos enfermos de VIH.

"Quería irme del mundo corporativo que sólo...

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