Ushuaia: A bordo del tren más austral
Autor | Jesús Pacheco |
Fotos: Héctor García
REFORMA / Enviados
USHUAIA, Argentina.- Ya estás en los límites del continente y en un punto muy cercano a la Antártida. Parece un destino exclusivo para los viajeros más temerarios, pero no es así. Debes sólo estar dispuesto a exponerte al inclemente viento patagónico y amar la naturaleza para tener una estancia inolvidable.
Entre los principales atractivos de Ushuaia se encuentran su flora y su fauna, y en el Parque Nacional Tierra del Fuego tienen un inmejorable muestrario.
Una de las maneras más adecuadas de recorrerlo para toda la familia, donde no importará si el abuelo se cansa o el niño no quiere caminar -o viceversa- es recorrerlo en el Ferrocarril Austral Fueguino, mejor conocido como el Tren del Fin del Mundo.
Cuando la locomotora lanza sus primeras bocanadas de vapor y el tren inicia su recorrido de 7 kilómetros desde la Estación del Fin del Mundo hasta la Estación Andén Parque Nacional, la guía en turno comienza a narrar la historia del sitio mientras por las ventanas ves pasar montañas, bosque y cuerpos de agua que no podrás creer que hayan formado parte del castigo de los reos del viejo presidio. Luego sabrás que el verdadero castigo era el aislamiento, el clima y la situación geográfica (que además impedía fugas).
Fue a fines del siglo 19 cuando se decidió que la isla grande de Tierra del Fuego era ideal para instalar una cárcel. Así se hizo, y fueron los reos quienes iniciaron la construcción de la ciudad. Pero para ello y para hacerse de calor y luz necesitaban leña. Entonces se habilitó el tren para partir en busca de madera en un recorrido de 25 kilómetros, una tercera parte de los cuales ahora reproduce el Austral Fueguino.
Por las bocinas te cuentan que, hace un siglo, los guardias y los presos que mostraban el mejor comportamiento hacían esa ruta, y que los troncos cortados que ves a lo largo del camino son los que dejaran los reos a su paso. Bordeas el río Pipo antes de hacer una parada de 20 minutos en la Estación Cascada La Macarena, una pequeña pero fotografiable caída de agua (dicen que en invierno no se ve porque se congela) a la que se llega por un sendero interpretativo de los tantos que hay en todo el parque.
Otra vez a bordo del tren, ves a lo lejos unas chozas... Son réplicas de las viviendas yámanas, que quieren servir de máquina del tiempo para trasladarte miles de años atrás, cuando los aborígenes andaban desnudos a pesar del frío, con frecuencia en cuclillas alrededor de las fogatas...
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