Usa taladro como pincel

AutorJesús Pacheco

Desde un muro completamente intervenido por aerosoles, plumones, suciedad y plastas de carteles anunciando todo tipo de actividades, un hombre ve pasar a los transeúntes. Impávido, parece observar el caos citadino. Sus líneas de expresión cobran especial dureza por un motivo: el rostro fue tallado en la pared. Es uno de los retratos creados por Alexandre Farto, artista urbano portugués también conocido como Vhils.

Una de las técnicas más conocidas de Farto consiste en acelerar el deterioro de los muros con taladros, cinceles, etc., y crear rostros a partir de los destrozos.

"Hacer retratos en el paisaje urbano tiene que ver esencialmente con un intento de devolver un poco de humanidad a las ciudades", dice Farto en entrevista.

"Cuando estoy tallando un retrato en un muro, estoy haciendo dos cosas de manera simbólica: estoy potenciando esa materia sin vida -el muro en deterioro-, impregnándola con una representación de la vida mediante la yuxtaposición de dos realidades, y estoy destacando el lugar de la gente en el artificial entorno urbano.

"La gente crea esos entornos y, sin embargo, es empequeñecida por ellos. Me gusta acentuar lo opuesto: que la gente importa más que sus creaciones".

"En las manos de Vhils, el vandalismo se vuelve un acto de creación", ha dicho sobre ese peculiar método Marc Schiller, integrante de Wooster Collective, dueto neoyorquino dedicado a documentar y analizar el arte urbano mundial.

¿Pero qué opina Farto sobre ese vínculo incómodo entre el vandalismo y su obra?

"El vandalismo es percibido como una destrucción deliberada o el daño a una propiedad, así que mi trabajo efectivamente tiene que ver tanto con la idea como con la práctica del vandalismo", explica.

"Sin embargo, no hay nada nihilista en ese acercamiento; persigo esa línea de acción con el objetivo claro de utilizarla para crear".

Farto dice trabajar con la destrucción de dos maneras: una muy visible, recurriendo a los métodos y las herramientas (taladro, ácido, cloro...) con las que trabaja, con el propósito de destruir para crear, y una menos evidente, con la que intenta subrayar y acentuar el proceso natural de transformación y descomposición ya presente en la naturaleza de las cosas.

"La destrucción también puede ser subliminal, y ese efecto del tiempo en las cosas también es altamente destructivo, aunque nos cueste trabajo percibirlo", sostiene.

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