Uruchurtu: Entre el amor y el odio

AutorFrancisco Morales V.

Depende de a quién se le pregunte, la figura del Regente Ernesto Uruchurtu (1906-1997) suele provocar dos reacciones opuestas: una admiración que raya en lo mítico, añorante de tiempos mejores, o un rechazo completo e inmediato.

Para algunos, el titular del Departamento del Distrito Federal durante 14 años, entre 1952 y 1966, fue un constructor de importante infraestructura urbana, creador de vialidades, mercados, escuelas, unidades habitacionales y parques floreados y frondosos.

Para otros, fue un Regente autoritario y represor que erradicó la vida nocturna de la Ciudad de México con su talante moralizador, que se ensañó contra ciertos grupos sociales y que postergó la implementación de un muy necesario sistema de transporte colectivo para la megalópolis.

Intrigado por esta visión en blanco y negro del personaje, el investigador Manuel Perló Cohen, especialista en la historia de la urbanización de la Ciudad de México, decidió tomar el asunto en sus manos.

"Ésa era la dicotomía que se presentaba, la polarización, y yo me decía para mis adentros: 'debe de haber mucho más, hay que investigar a este personaje'", relata en entrevista.

El resultado de este empeño es Uruchurtu. El Regente de Hierro (IIS-Facultad de Arquitectura UNAM), una investigación que ronda las 800 páginas, dividida en dos tomos, que ya puede considerarse el estudio más minucioso sobre el personaje.

Presentado el 13 de septiembre en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, del que Perló es investigador titular de tiempo completo, ambos tomos ("Orígenes y primera regencia" y "Auge, caída y exilio") fueron elogiados por su abordaje complejo, que el autor define como un análisis "en abanico".

"Se trata de una investigación exhaustiva, muy grande, que prácticamente agota todas las fuentes plausibles para conocer el trabajo de Uruchurtu y lo que pasó en la Ciudad, que discute con los principales teóricos que han escrito sobre este periodo", encomió la historiadora y politóloga María del Carmen Collado.

Perló, quien es doctor en Planeación Urbano-regional por la Universidad de California, Berkeley, ofrece un estudio que, a decir de sus colegas académicos, puede considerarse plenamente histórico, pero que no excluye el análisis urbanístico, económico y social de esos años cruciales para la Ciudad de México.

Aunque los libros buscan responder a una serie de preguntas concretas, que se enlistan desde la introducción, una en particular fue la que llevó a su escritura.

"Sobre Uruchurtu evidentemente que había escuchado, pero no había un trabajo que me explicara por qué se había quedado casi 14 años en el cargo y por qué había sido un Regente con tanta fuerza, que había dejado una marca dentro de la Ciudad de manera permanente", explica.

"Ahí estaban el Periférico, la plancha del Zócalo, el Mercado de la Merced, 180 mercados, 250 escuelas, el reclusorio de Santa Martha, el frigorífico de Ferrería, las obras de agua del Chiconautla, en fin, una obra impresionante desde el punto de vista de la infraestructura urbana, hidráulica y vial", apunta.

Aun con todo lo que dejó como legado, tan a la vista para cualquier habitante de la Ciudad de México, el proceder político de Uruchurtu y su capacidad para mantenerse como Regente durante 14 años no habían sido plenamente explicados.

"Me encontraba con muchos huecos, y esos huecos a mí me producían cierta inquietud, porque cuando hay huecos importantes es que algo pasó, entonces empecé a estudiar al personaje cronológicamente, desde su nacimiento hasta el último de sus días y esto me llevó a los lugares más increíbles que se puedan imaginar", relata.

UNA FIGURA DE EXCEPCIÓN

El primer acercamiento que Manuel Perló tuvo a la figura de Ernesto Uruchurtu, al igual que millones de capitalinos de su generación, fue la Ciudad misma.

"Nací y crecí en la Ciudad de Uruchurtu, entonces me tocó escuchar de él como un personaje muy enérgico, muy poderoso, con capacidad realmente de hacer grandes acciones en la Ciudad; temido", recuerda.

"Pero me tocó también, en buena medida, una...

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