Publica la UNAM cantares náhuatl

AutorYanireth Israde

El rey Nezahualcóyotl debe estar complacido. El auditorio de la UNAM que lleva su nombre será escenario, el miércoles, del festejo público por la aparición de "Cantares mexicanos. El códice de la poesía náhuatl patrimonio de la nación", con composiciones atribuidas a Nezahualcóyotl, Nezahualpilli, Cuacuauhtzin y Axayácatl, además de piezas anónimas. Es la poesía más antigua de la que existe testimonio en México.

Los tres volúmenes que integran la publicación de la UNAM resultan de veinte años de trabajo en el Seminario Cantares Mexicanos, coordinado por el historiador Miguel León-Portilla, quien explicó que estos poemas en náhuatl se denominan cantares porque se acompañaban con música, baile y ofrendas de copal.

Las piezas literarias provienen del manuscrito "Cantares mexicanos", que custodia el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México. Sus primeras 85 fojas -de un total de 295- escritas casi todas por ambos lados, conservan la transcripción más copiosa que se conoce de cantares y poemas en náhuatl.

En su página oficial, la Biblioteca Nacional informa que la mayoría de los textos fue transcrita durante la segunda mitad del siglo 16 y que el volumen, reencuadernado en una época posterior, procede de un convento.

Cantos filosóficos, eróticos, de guerra y algunos iconocuicatl -composiciones tristes sobre la conquista- se incluyen en el manuscrito que el filólogo Ángel María Garibay consideraba el más importante que se conserva de la antigüedad mexicana, producto del trabajo de frailes humanistas que rescataron este legado tras la conquista, con el apoyo de jóvenes indígenas instruidos en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, recordó León Portilla.

Mucho se perdió, sí, mucho lo quemaron, es verdad, pero

hubo frailes humanistas, como el gran Bernardino de Sahagún, que consideramos el primer antropólogo. Hay que reconocer que él quería predicar la doctrina cristiana, que quería identificar las que llamaba idolatrías para destruirlas, pero a medida que se fue adentrando, con sus colaboradores indígenas, estudiantes del colegio de Tlatelolco, empezó a decir ¡qué frases tan maravillosas!, decía que algunos discursos de los ancianos eran mejores que los sermones que se decían en las iglesias. El termina, casi casi, convirtiéndose a la cultura náhuatl.

Al mencionar la profundidad filosófica que puede encontrarse en estos testimonios, el historiador recordó las burlas de las que fue objeto, en la misma UNAM, cuando...

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