Umberto Eco: Descifra la fealdad

AutorBen Naparstek

Umberto Eco se ha vuelto más sabio con la edad y nunca es tan evidente como cuando habla de la estupidez. Inclinándose hacia adelante en un sofá del bar de su hotel en Nueva York, Eco aconseja que la mejor forma de enfrentar la mortalidad es darse cuenta de lo poco que hay que perder. A los 75 años, el recientemente jubilado catedrático de semiótica en la Universidad de Boloña no alberga ninguna falsa esperanza con respecto al resto de los mortales. Cuando la obra de otro le desagrada, se limita a suspirar filosóficamente: "Si fuera inteligente, sería catedrático de semiótica en la Universidad de Boloña".

Con 34 doctorados honorarios (y casi la misma cifra de doctorados honorarios rechazados), la erudición de Eco es una mercancía poco común. Su ágil intelecto, tan ducho en disertar tanto sobre Supermán como sobre Shakespeare, en otro tiempo impulsó a Anthony Burgess a declarar con envidia: "Nadie debería saber tanto". Eco fue pionero en el estudio académico de la cultura popular en los 60, antes de que se pusiera de moda, en una época en la que "muchos académicos leían historias de detectives y tiras cómicas por la noche, pero no hablaban de ello porque se consideraba masturbación".

Luego desafió la creencia generalizada en el mundo editorial de que las ideas abstrusas no pueden generar ganancias cuando su debut novelístico en 1980, El nombre de la rosa, vendió 50 millones de copias. Presentada como una historia detectivesca ambientada en una abadía del siglo 14, la novela estaba llena de arcanos tales como pasajes en latín y una escena de amor elaborada a partir de las palabras de diferentes místicos religiosos.

"Los lectores no son tan estúpidos como creen los editores", dice Eco.

Su nuevo libro, Historia de la fealdad, hace un recorrido por la historia de lo feo en el arte occidental; un conjunto de imágenes con un comentario rápido que es demasiado escaso para cualquier experto en arte, pero adornado con un nombre que le garantiza al libro un lugar en las mesas de centro de todo el mundo. Acaba de publicarse también una selección de ensayos de Eco con el título de A paso de cangrejo; pero el libro podría muy bien haberse titulado Historia de la estupidez, pues hace un seguimiento de la decadencia de la vida pública en la época del populismo de los medios de comunicación.

Si la fealdad, como la belleza, está en el ojo de quien la mira, ¿puede existir la fealdad absoluta?

"Esas formas de fealdad que provocan asco parecen ser universales...

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