El último swing en Montreal

AutorMichael Farber

Sports Illustrated

La última temporada de los Expos de Montreal, los sufridos del destino, obviamente va a ser digna de novela. Pero, ¿quién pensaría que sería una novela tipo Oliver Twist?

Después de todo, los Expos están bajo la tutela del estado, huérfanos propiedad de los otros 29 equipos de las Ligas Mayores bajo la bandera de Baseball Expos, Sociedad de Responsabilidad Limitada. Fueron abandonados a la puerta de la oficina de Bud Selig por el ex propietario Jeffrey Loria después de que Selig no pudo eliminar a los Expos y a los Mellizos de Minnesota por medio de la contracción de equipos y Loria adquirió a los Marlines de Florida, llevándose consigo al personal administrativo, mánager, coaches y buscadores de talentos de los Expos y casi todo lo que no estaba clavado al piso.

Selig llevó a Montreal un equipo de salvamento encabezado por el presidente del equipo Tony Taveras, el gerente general Omar Minaya y el mánager Frank Robinson para erigir un equipo de beisbol de entre los escombros.

Sin embargo, a diferencia del pequeño Oliver, a los Expos no se les permitirá acercarse a su amo, Selig, a finales de septiembre y pedirle más; después de esta temporada es muy probable que desaparezcan o cambien de sede.

Sin embargo, lo que se está sirviendo en la casa club no es atole -es la habitual sopa, fruta, jugo y carnes frías- y un vistazo lleva a la suposición de que este campamento de entrenamiento de primavera es idéntico a los 33 anteriores de Montreal en Florida. Los eternos ritos cotidianos del beisbol de los Expos se están desarrollando en los campos del complejo de Júpiter, Florida: los lanzadores cubren la primera base, los bateadores hacen sus swings, los jardineros fallan los tiros a los jugadores que hacen el tiro de relevo. La defensa contra el toque de bola intenta mejorar sus técnicas, no reinventarlas.

El coach de banca Wendell Kim, un hombre de 52 años de edad que tiene el desconcertante hábito de hacer sprints a todos lados, ha organizado un campamento de alta energía y Robinson, de 66 años, lo supervisa con la ocasional palabra directa y con una eterna mano gentil sobre el hombro.

Este podría ser un equipo condenado a muerte, pero hasta el momento lo único muerto en el campamento de Montreal ha sido la batería del convertible rentado de David Samson.

Samson, el ex vicepresidente ejecutivo de los Expos que se mudó a Florida con Loria, su padrastro, para dirigir a los Marlines, quedó varado en el estacionamiento después del juego Montreal-Florida el 5 de marzo. Cuando los Expos se enteraron en la casa club de lo que le había sucedido a Samson, salió el gerente de equipamiento Mike Wallace, una de las aproximadamente 60 personas a quienes Samson había despedido sin cortesía alguna de los Marlines en febrero.

Wallace sacó los cables de su cajuela y le pasó corriente a Samson. Samson murmuró algo sobre cómo deseaba que todo se hubiera dado de otra forma. Como casi todo lo demás sobre los Expos, esto involucraba un lado positivo y uno negativo.

Sin embargo, hay hechos que delatan que esta primavera es diferente, empezando con la computadora portátil modelo del quíquiri sobre el escritorio de Ron McClain, el entrenador atlético de los Expos. Bajo el acuerdo de Loria...

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