La última productora de alegría

AutorMartha Martínez

Texto: Martha Martínez

Fotos: Luis Castillo

MÁRTIR DE CUILAPAN.- En este municipio de la región Centro de Guerrero, una tercera parte de la población no tiene alimentos suficientes. A pesar de ello, en menos de 10 años la producción de amaranto -o alegría, como se le llama en esta región- prácticamente desapareció de sus comunidades.

Los terrenos que hace 30 años eran destinados a la producción de este cereal actualmente son ocupados para el cultivo de maíz y frijol a pequeña escala, alimentos que prácticamente todos los días consumen los habitantes del lugar.

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social, en Mártir de Cuilapan -uno de los municipios piloto de la Cruzada Nacional contra el Hambre en el estado de Guerrero- habitan más de 17 mil personas, de las cuales más de 6 mil no tienen acceso a alimentos. No obstante, la falta de apoyos para la producción de amaranto, y la falta de conocimiento sobre su valor nutricional, han provocado que hoy en día ninguna familia produzca este cereal, considerado como uno de los más nutritivos del mundo.

Actualmente, una de las últimas productoras de amaranto que quedan en esta zona es Paulina Visca, habitante de Las Trancas, una comunidad que ni siquiera está en Mártir de Cuilapan, sino en el municipio colindante de Zitlala (22 mil 587 habitantes).

La indígena náhuatl indica que hace 10 años diversas comunidades de Cuilapan y Zitlala producían amaranto, mismo que preparaban en forma de alegría para vender los domingos en el mercado de Chilapa de Álvarez, un municipio de más de 120 mil habitantes donde los indígenas de las comunidades localizadas en las periferias bajan a vender sus productos.

Chilapa dejó de ser el mercado de estos productores y ahora se encuentra en la lista de municipios a atender en la Cruzada contra el Hambre, con más de 32 mil personas en "situación de pobreza extrema y sin acceso a alimentación", según cifras de la Sedesol.

Los habitantes de Chilapa -municipio que por su número de habitantes ya puede considerarse en vías de urbanización- han cambiado sus hábitos alimenticios. Según un estudio de la asociación El Poder del Consumidor, alimentos como el quelite fueron sustituidos por sopas Maruchan, y el atole por refresco.

El estudio Impacto de la comida chatarra en los hábitos alimenticios de niños y adolescentes en comunidades indígenas-campesina de la región Centro-Montaña de Guerrero señala que entre 50 y 70 por ciento de los niños y jóvenes de la zona consumen refresco una vez al día; mientras que entre 20 y 60 por ciento los toma tres o más veces al día, dependiendo su escolaridad.

El reporte, elaborado por las organizaciones El Poder del Consumidor, Grupo de Estudios Ambientales y Oxfam México, indica que los alimentos que principalmente son consumidos en la escuela son frituras altas en grasa y sodio, los jugos de marca altos en azúcares y galletas preparadas con harina refinada.

"Los resultados encontrados entre los niños y adolescentes de la región son alarmantes, ya que los alimentos que principalmente consumen es comida chatarra, mientras que el consumo de alimentos naturales como el frijol, el atole, los quelites ha caído profundamente", advierte.

Esto también ha afectado a los productores de amaranto.

Paulina reconoce que la producción de este cereal siempre ha sido escasa en esta zona, pero advierte que en la última década el número de productores comenzó a descender drásticamente, hasta dejarla casi sola en esta actividad que ella misma podría abandonar el próximo año, pues las ganancias que obtiene por la venta de alegría cada vez son menores.

"Hace como 10 años muchas familias vivían, comían pues, de la venta de alegría, pero ahorita ya no sale, porque ya no se vende, la gente prefiere, cuando tiene dinero, comprar unas galletas o un refresco, a mí ya no me compran", explica.

Para Catarina Illsley...

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