Y en esa tumba falsa...

AutorVíctor de Jesús Ramírez

ROSWELL, EN Nuevo México, es un lugar bien conocido por ser ahí donde se cree que, a finales de los 40, se estrelló una nave extraterrestre. Sin embargo, en Alamogordo, otra ciudad de este mismo estado, yacía enterrado un alienígena aún más famoso: E.T.

La historia nos dice que en 1982, Atari (la compañía de videojuegos más poderosa de entonces) decidió comprar los derechos de la película E.T., el Extraterrestre, por más de 20 millones de dólares. La intención era hacer un juego con esta licencia, confiados en el éxito que había obtenido en taquillas la obra de Spielberg.

El juego fue encargado a Howard Scott Warshaw, quien tuvo la encomienda de programarlo en sólo cinco semanas para poder enviarlo a producción y no perder la temporada navideña.

Así, de la ambición y la prisa, nació uno de los peores juegos que se hayan hecho. El juego tuvo ventas terribles, y de los 5 millones de cartuchos que se fabricaron sólo se vendió millón y medio, dejando a la compañía con montañas de plástico.

Los efectos que tuvo este fracaso fueron devastadores para Atari, al grado de que se le achaca haber sido en gran parte la causa de que la empresa haya sido vendida poco tiempo después, además de ser uno de los factores que propiciaron la llamada "crisis del videojuego".

La leyenda contaba que en 14 camiones transportaron los sobrantes de E.T...

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