Contra Trump

AutorJorge Volpi

Como en México estamos acostumbrados a que las promesas de campaña sean sólo eso, promesas que los políticos nunca habrán de cumplir, el que Donald Trump parezca decidido a llevar a cabo las suyas, incluso las más absurdas o enloquecidas, nos ha vuelto a tomar por sorpresa. La peor de todas: ese Muro con el que el Rey Zanahoria parece soñar todas las noches, quizás porque se imagina a Estados Unidos como un gran campo de golf felizmente separado del resto del mundo.

Por fin, el Muro.

Muchos insistían en que era una bravuconada más. Otro de sus desplantes de campaña. Un anzuelo para atraerse a un mayor número de votantes blancos desencantados y racistas. Un proyecto irrealizable que Trump dejaría atrás al llegar a la Casa Blanca. Un gran Muro, un bello Muro -son sus palabras- que terminaría convertido en una maltrecha verja. Y, una vez más, se equivocaron. El Muro: una medida de la Edad Media para los albores del siglo XXI.

Quienes carecen de perspectiva histórica no comprenden que, en política, los símbolos suelen resultar más poderosos que los hechos. Que los símbolos producen hechos. El Muro de Berlín era sobre todo un símbolo. Y la Cortina de Acero, sagazmente inventada por Churchill, ni siquiera tenía existencia real. Dos símbolos utilísimos para fijar no tanto una frontera física como una imaginaria.

La división entre dos esferas irreconciliables: los de adentro y los de afuera; los amigos y los enemigos; nosotros y ellos. Nosotros frente a ellos. Nosotros contra ellos.

De ahí el anhelo de tantos por abatirlos. De ahí, incluso, el ímpetu de Reagan -con quien Trump se compara falazmente- de derrumbarlos. Y de ahí, en especial, el temple de millones de ciudadanos de Europa Central y del Este por destruir esa frontera que circundaba tanto sus cuerpos como sus mentes.

A la larga, ningún muro ha servido para contener a los extranjeros o a los nativos que se han empeñado en traspasarlos, pero han sido el pretexto ideal para un sinfín de asesinatos, violaciones a los derechos humanos, vejaciones y deportaciones. Piénsese, si no, en el que separa a Israel de Palestina.

Un símbolo que justifica y alienta el racismo, la xenofobia, el desprecio y el desconocimiento de los otros, el nacionalismo y el chovinismo extremos.

El Muro es el reverso de la...

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