De la tropa a generala

AutorAntonio Bertrán

El pie calzado con grandes tacones que se mueve sin cesar mientras habla, no deja lugar a duda: la doctora Fryda Medina Rodríguez es, además de coqueta, hiperactiva.

Lo ha sido desde la infancia, etapa en la que sus padres prefirieron "tirar a la basura" el Ritalin que por esa época empezaban a prescribir los médicos a este tipo de niños, y canalizar su desbordada energía en el ejercicio: gimnasia, atletismo, natación, ballet.

Incluso tuvo la "fortuna" de representar a México en unos Juegos Centroamericanos, cuando estaba en la Prepa 5 (1979-80) entrenando a diario con el profesor Pedro Torres, y sacar un honroso tercer lugar. Será por eso, dice sonriendo, que hasta la fecha "la pila" no se le acaba y a las 10 de la noche sigue "como si nada".

Y también es disciplinada, terca o, mejor, "perseverante", como buena Leo nacida el 3 de agosto de 1963, así que si llega a caer se levanta y lo vuelve a intentar 20 veces. Tal y como tenía que hacerlo hace más de cuatro décadas cuando se resbalaba de las barras asimétricas.

Por la misma hiperactividad, agrega, puede contar su vida a partir de caídas y lesiones, que son sus "heridas de guerra por traviesa". Y mientras las enumera las va señalando: descalabradas por delante y por atrás, las dos cejas rotas que hubo que suturar, así como la nariz y la barba... "¡Hasta una mordedura de coyote en una pierna!".

Pero ningún hueso roto hasta la fecha, "gracias a Dios", en el expediente médico de la ortopedista traumatóloga, experta en fracturas expuestas.

Fueron esas constantes visitas a urgencias las que detonaron la "fascinación" de la niña hacia la carrera médica. No lloraba por las inyecciones de anestesia, sólo decía que le causaban "cosquillitas".

También estuvo la influencia de su padre, el veterinario Francisco Antonio Medina, pero más debido a su gusto por la cacería: "Cuando mataba un venado o algo así, lo abría y yo estaba presente, me encantaba desollar a los conejos, quitarles las tripas y verlas, obvio también a mis pobres muñecas les tocaba, les quitaba los brazos, quería ver qué más tenían, pero ahí no encontraba nada".

Para suerte de muchísimos pacientes, la doctora Medina no se hizo destripadora sino que ingresó a la Facultad de Medicina de la UNAM. Desde el pasado enero, se convirtió en la primer directora de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) "Victorio de la Fuente Narváez" del IMSS, mejor conocida como Hospital Magdalena de las Salinas.

Tiene muy presente la fecha en la que ahí mismo llegó como estudiante: el 1 de marzo de 1988. Por "fortuna" -es una palabra que repite al hablar de su trayectoria- fue aceptada para la especialidad en traumatología y ortopedia.

En un principio había pensado compaginar su pasión por el deporte con la medicina, ya que si alguno de sus compañeros sufría una lesión en el campo de competencias...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR