Tres maneras de llenar un hueco

AutorCon información de Daniel Melchor y Lorena Morales.

La mudanza de un aeropuerto, como se planea con el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, supone la liberación de un extenso terreno y, por ende, la posibilidad de desarrollar proyectos que marcarán el futuro de la metrópolis.

Está previsto que en octubre de 2020 entre en operaciones el nuevo aeropuerto, en la zona de Texcoco, lo que dejará un hueco de 746 hectáreas. Aunque la propiedad es federal, corresponderá al GDF definir el uso de suelo, por lo que la Secretaría de Desarrollo Económico abrió, con cinco años de anticipación, el debate público sobre qué hacer con esos terrenos.

Tres experiencias recientes, con aeropuertos de dimensiones más pequeñas, dejan grandes lecciones para México: la necesidad de desarrollar con suficiente anticipación un plan maestro para ocupar el espacio, la importancia de que la ciudadanía participe durante todo el proceso en la decisión y la obligación del gobierno de actuar con absoluta transparencia, racionalidad y honestidad en el manejo de presupuestos y rentas generadas con el nuevo desarrollo.

Los responsables de los proyectos de Berlín, Quito y Austin compartirán sus experiencias en el foro internacional "La Gran Transformación Urbana: Aeropuerto y Ciudad", que se llevará a cabo el 22 y 23 de septiembre en el Museo Tamayo. Adelantamos aquí las principales lecciones de esos casos paradigmáicos.

Con información de Daniel Melchor y Lorena Morales.

AEROPUERTO TEMPELHOF

Berlín, alemania

230 hectáreas

Cerrado en 2008

Gerhard Steindorf, gerente del proyecto Tempelhof.

  1. Qué hicieron

    Desde el principio quedó claro que un gran espacio abierto en medio de aproximadamente 230 hectáreas tiene que ser mantenido y conservado en el carácter del anterior aeropuerto. El campo aéreo, el gran "césped", las pistas de rodaje y las pistas de aterrizaje han sido conservadas.

    Berlín se abstuvo de explotar el potencial del área total, lo que habría equivalido a espacio para unas 35 mil unidades residenciales. Alternativamente, el boceto del plan intentaba usar sólo alrededor de 58 hectáreas de terreno en las orillas del campo para un nuevo distrito urbano para vivir y trabajar. Después de la reducción de terrenos para calles, espacio verde y plazas, quedan 44 hectáreas. Esto da lugar para 4 mil 600 viviendas, aproximadamente 9 mil lugares de trabajo y una enorme biblioteca estatal para unos 10 mil visitantes diarios.

    La prioridad para el gobierno sobre esos terrenos propiedad del Estado de Berlín era proporcionar vivienda de bajo costo, al alcance de todos los sectores de la población.

    El resultado de un trabajo de 3 años fue un plan maestro detalladamente elaborado. Tomó en consideración vialidades, infraestructura urbana, aspectos ambientales, la protección de especies raras y aspectos climatológicos como el abasto de energía neutral de CO2, es decir, edificios de baja o cero energía. El plan fue un módulo del programa de Smart City Berlin (Berlín, ciudad inteligente).

    Por medio de un plebiscito oficial iniciado por fuertes campañas de la sociedad civil, este plan fue "congelado" el 25 de mayo del 2014.

    El uso del antiguo edificio del aeropuerto, el monumento más grande registrado en Europa, no se vio afectado: un centro para las industrias creativas en Berlín se encuentra en fase de planeación; aproximadamente 10 mil metros cuadrados de espacio de oficinas podrían ser activados y rentados a negocios creativos; la Universidad Sigmund Freud ha lanzado un área con enseñanza en una primera unidad de arranque. Las salas y los hangares se usan para presentaciones de productos, ferias, conciertos de música pop y rock, bailes y banquetes. En la enorme área...

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