Tres estampas del camino

AutorMireya Olivas

Enviada

  1. DESDE LA METRÓPOLI DE BLADE RUNNER

    El aeropuerto de Chengdu, capital de la boyante provincia de Sichuan, es un hervidero de viajantes, en su mayoría locales, que recorren a toda velocidad sus

    extensos pasillos, poblados de tiendas de firmas occidentales, así como de flamantes cafeterías, donde por precios exorbitantes para estándares locales, se ofrecen bebidas novedosas como los capuchinos.

    La región de Sichuan registró en 2008 un poderoso terremoto que, con su rastro de destrucción, ensombreció los preparativos de los Juegos Olímpicos de ese año en China. Hoy su capital es una metrópoli frenética que luce como una particular versión china de la ciudad-escenario de Blade Runner.

    Particular porque las aspiraciones capitalistas de Chengdu quedan matizadas con detalles definitivos, como sus amplios y bien trazados bulevares de una decidida inspiración soviética.

    Chengdu, a donde se vuela fácilmente desde Pekín o Shanghai, es punto de partida para un viaje, primero en avión, para seguir por carretera, a Lhasa, la capital del Tíbet o Región Autónoma del Tíbet (RAT), su nombre oficial. El Tíbet es el territorio más occidental de la República Popular de China, que hace frontera con Nepal, India, Bután y Myanmar, y uno de los epicentros religiosos del planeta.

    También en 2008, la RAT fue escenario de violentos disturbios protagonizados, principalmente, por monjes budistas, que aprovecharon el reflector de los

    Juegos Olímpicos para reclamar al Gobierno de Pekín mayor autonomía política y cultural. Hoy las visitas al Tíbet, ya sea de ciudadanos chinos y, en especial, de extranjeros, están fuertemente controladas.

    De la brumosa Chengdu parten muy temprano los vuelos al aeropuerto de la prefectura tibetana de Nyingchi, la "Suiza del Tíbet", como se le conoce por su espeso bosque llamado Lulang, y primera parada en la RAT con dirección a Lhasa. El corazón administrativo de Nyingchi es Bayi, un pueblo que también pareciera ser parte de la Unión Soviética, si la monotonía y sobriedad de sus edificios no se rompiera con el colorido de las fachadas de diseños tibetanos.

    Las primeras horas del día son las más ocupadas en el aeropuerto Nyingchi porque son las mejores para librar la neblina, abundante en la meseta tibetana, conocida, por su altura promedio de 4 mil 700 metros sobre el nivel del mar, como "el techo del mundo".

    Nada prepara al visitante para el enorme contraste entre la contaminación y las luces artificiales de Chengdu y la serena pureza de la naturaleza tibetana. Septiembre es un buen mes para ir a Nyingchi porque, aunque frío, el clima es agradable "con un mínimo de 5 grados y un máximo promedio de 15" y permite...

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