Los trazos del silencio

AutorMiquel Adriá

Luis Barragán, después de una primera etapa en su Guadalajara natal y otra racionalista y moderna en la ciudad de México, viajó y se impregnó de la arquitectura y los jardines mediterráneos. A su regreso se instaló definitivamente en la capital mexicana y dio un giro a su producción arquitectónica asimilando el lenguaje moderno pregonado por Le Corbusier para definir su propio estilo: la construcción de un lenguaje arquitectónico abstracto a partir de los materiales y soluciones aprehendidos de la tradición mexicana. Como el gran arquitecto estadounidense Louis Kahn, que fuera su amigo, en plena madurez interrumpió su carrera. Quizá necesitaba pensar y ganar dinero. Así, Barragán se dedicó a la especulación inmobiliaria conquistando su independencia financiera, indispensable para poder trabajar libremente. Y en pocos años se hizo rico y construyó sin hacer concesiones. Discretamente, detrás de altos muros.

El mito del arquitecto marginal

Si bien Barragán procuró permanecer al margen de los grupos de poder, no fue un arquitecto marginal y siempre fue reconocido por su talento. La hagiografía local le procuró el halo místico del iluminado que entraba en trance, aunque revisando la bibliografía de la modernidad, sus obras siempre se encuentran entre las más destacadas. Es especialmente relevante la condición fotogénica y cromática de su arquitectura. Por ende, es notoria la voluntad del arquitecto en comunicar la condición artística de sus obras. Barragán, a través del fotógrafo Armando Salas Portugal, enmarca sus obras escenográficamente, paraliza instantes chiriquianos, y se recrea en espacios vacíos. La lectura que ofrece de su obra es más pictórica que arquitectónica y, con el tiempo, se irá aproximando a los cuadros de Orozco a la vez que se aleja de la expresión funcionalista de Le Corbusier.

Premio Pritzker

Luis Barragán recibió el Premio Pritzker (1980), por "su compromiso con la arquitectura como un acto sublime de imaginación poética, creando jardines, plazas y fuentes de inquietante belleza", según declaró el jurado del llamado Nobel de arquitectura. Más interesado en la imagen resultante que en el discurso, sus obras son diálogos callados, sobrios, entre el sol y los muros ciegos. Fruto de un acto de sincretismo entre la modernidad internacional y la idiosincrasia mexicana, la obra de Luis Barragán ha sido un paradigma para la generaciones siguientes y continúa siendo un manifiesto arquitectónico para la cultura mundial.

Su obra...

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