Trazan el retrato de una madre

AutorErika P. Bucio

Como hija de una sobreviviente del Holocausto, cuando se refiere a las cosas que nunca habló con su madre, la promotora cultural Orly Beigel habla de las respuestas que le quedó a deber: ¿Qué vivió en Bergen-Belsen más allá de lo que sí le contó? ¿Qué hubo de hacer para sobrevivir además de limpiar letrinas y pagar con pan para aprender francés e inglés?

Pero hay un par de preguntas que sobrecogen: "¿Por qué me eligió a mí como su custodio? ¿O es que me elegí yo misma?" Orly durmió durante un año en el piso, al lado de su cama, tras un intento de suicidio de su madre.

Su ensayo, profundamente introspectivo, humano, fue incluido en la edición en español de Cosas que nunca hablé con mi madre (Diana) de Michele Filgate, que recoge 17 reveladoras historias que hablan de cómo ese vínculo dejará huella para siempre.

Yetty, la mamá de Orly, era apenas una adolescente cuando empezó la Segunda Guerra Mundial. Logró sobrevivir durante dos años en el llamado "campo del horror" en condiciones infrahumanas de trabajo forzado, hambre, suciedad y enfermedades. En Bergen-Belsen, murieron 40 mil prisioneros.

Orly cuenta que crecer como hija de una sobreviviente del Holocausto afectó su vida de manera profunda. "Llevo más de 60 años de existir a la sombra de una guerra que no viví", escribe retomando las palabras de la escritora Helen Epstein, también hija del Holocausto.

Fue testigo de la depresión constante y tristeza crónica de su madre, víctima de los monstruos que nunca la abandonaron, pero también de episodios de lucha, fortaleza y amor.

A través de la pantalla, en la entrevista a distancia, muestra la fotografía de su madre a bordo del tren tras ser liberada por el Ejército estadounidense y llevada a Francia. Asomada por una ventana del vagón, la joven Yetty sonríe. La sonrisa de la libertad. "A mi madre le daba mucha pena sonreír, tenía una sonrisa maravillosa, pero le daba mucha pena porque había perdido varios dientes en el campo por la falta de comida", recuerda Orly.

Retrata a su madre como una persona alegre, brillante, generosa y vital. Una mujer valiente, resiliente. Una resiliencia que heredó a su hija. Fue también la primera en creer en la carrera de Orly como empresaria cultural. Lleva más de 40 años dedicada a presentar artistas de primer nivel en tres continentes.

"Ella me enseñó a amar la música, se oía ópera en la casa, los coros del Ejército Rojo, íbamos mucho al cine porque a mi mamá le fascinaban las películas de Sissi, de Romy...

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