Trazan huella del barroco

AutorMaría Eugenia Sevilla

Para Gonzalo Celorio, el barroco es una de las huellas de identidad de la narrativa hispanoamericana contemporánea y de ello da cuenta en su publicación más reciente Ensayo de Contraconquista, donde reflexiona sobre la transición del barroco español, como arte de Contrarreforma, al barroco americano, que denomina "arte de contraconquista", por la manera en que los hijos del Nuevo Mundo se apropiaron de su lenguaje y devolvieron una expresión original.

Aunque el autor dice ignorar si sus apreciaciones "contribuyen a precisar el término neobarroco o, por el contrario, incrementan su dilatación", la transformación de dicha herencia es puesta de manifiesto a través de un recorrido, a la vez analítico y libre, en el que toca memorias literarias, así como vivencias.

"Gonzalo Celorio es un escritor de la nostalgia. Su prosa entraña un pasado traído hasta el presente... El historiador convertido en novelista y ensayista, analista literario de precisión aguda cual ojo de lince, nos entrega retazos de lo que sigue siendo porque lo fue alguna vez", señala Vicente Leñero, durante la presentación del libro editado por Tusquets, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Celorio, director del Fondo de Cultura Económica, parte en su escrito de la Cuba de sus ancestros y, como en un viaje, itinera por sus maestros Rubén Bonifaz Nuño, Luis Rius, Sergio Fernández, Edmundo O'Gorman; y por sus "amistades literarias": Ramón López Velarde, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes y, al que llama su mejor amigo, Julio Cortázar, a quien evoca a través de un diálogo con su gato, Egoé, mientras divaga por las salitrosas callecillas que el escritor belga de origen argentino, describió en su obra.

"Este libro es muy parecido a una novela de amor: siempre se ha señalado que el conocimiento sin pasión es como el agua potable, no sabe a nada, es inodora e incipiente, es algo así como un amigo sin hermanas", humoriza Eduardo Casar, para quien el texto de Celorio está "guiado por el afecto" y es, por ende, una invitación a corroborar por qué sucumbió a los autores "entrañables" que aparecen en él.

Para Casar, quien participa en la mesa de presentación con sus colegas Vicente Leñero, el cubano Eliseo Alberto y Celorio, el texto cumple con "la raíz primigenia del ensayo", ya que se permite fantasear para dar conocimiento, más de sí mismo que de las cosas...

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