Tras las huellas de los moai

AutorIvett Rangel

Enviada

ISLA DE PASCUA, Chile.- Ellos le dan la espalda al mar, ellos miran sólo hacia el interior de la isla para cuidar de los rapanui, y no dejar de ser parte de su vida.

Ese propósito de los ancestros se mantiene vigente incluso al paso del tiempo. Los moai, tallados hace más de mil años, mantienen aquí su papel protagónico: la mayoría de los turistas llegan sólo a admirarlos.

Rapa Nui tiene una extensión de casi 170 kilómetros cuadrados, por lo que caminar resulta el medio idóneo para conocer y comprender la cultura de este lugar. Con sólo salir de Hanga Roa, donde se concentra la población, la historia se presenta como un libro abierto a cada paso.

Un museo al aire libre

Hacia el año 900, se tallaron casi un millar de colosos de piedra, 396 quedaron abandonados en el volcán de Rano Raraku y 100 viajaron al extranjero sin regreso.

Cada moai representa a un jefe fundador de las antiguas tribus y linajes, sólo las personas importantes podían tener uno. Se trataba del culto por los ancestros deidificados.

Los rapanui creían que, al morir, el kuhane (espíritu) de la persona continuaba con vida, pero ahora dentro del monolito. Los ojos de coral y escoria (u obsidiana) le permitían vigilar del pueblo. Actualmente, Kote Riku es el único moai con ojos en la isla.

Pero, ¿cómo llegaron estos dioses de roca hasta sus ahu (altares)? La ruta debe iniciar en Rano Raraku, el volcán-cantera de estas esculturas, dice Yoyo, el guía de Explora, la agencia de hospedaje y excursiones.

El ascenso a este volcán dormido es sencillo gracias a su poca elevación. Una laguna lo embellece en su interior.

Desde la cima se observan "diminutas" figuras que parecen escapar de las paredes del cráter. Se trata de los moai que quedaron abandonados en el fondo.

No hay que inventar el camino, los ancestros lo marcaron, y lleva hacia una de las mejores vistas de esta isla. Una panorámica del cerro Poike y el ahu Tongariki con el Oceáno Pacífico de fondo.

Al descender de Rano Raraku hay que toparse con decenas de moai de diversos tamaños, aunque todos atrapados en la tierra. Casi parecen buscar una bocanada de aire.

Entonces se conoce su verdadero tamaño, que oscila entre los 2 y los 10 metros de altura, aunque hay uno de 22 sin terminar. A los ahu no se puede, ni se debe, subir porque para los isleños son sagrados, así que el volcán da la oportunidad de estar codo a codo con un moai.

En Rano Raraku se reconstruye el proceso de tallado de estos gigantes. Primero se delinea...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR