Tras el embrujo de La Petaca

AutorDaniel de la Fuente

Sentada al centro de un tejabán entre imágenes de Buda, el Santo Niño de Atocha y la Virgen de Guadalupe, Élida Tijerina desliza de arriba a abajo un crucifijo de madera sobre el cuerpo de José Alberto Rodríguez.

El historiador le ha hablado de un malestar, por lo que la curandera -la única que de manera pública y desde hace años ofrece sus servicios en La Petaca-, le dice que si el huevo que ahora pone en un vaso con agua se pone negro significará que es portador de un grave mal que alguien le ha impuesto.

La curandera de 84 años musita oraciones. Él sonríe. Más tarde dirá que su malestar es real y que ya tiene cita médica.

"Me dejo revisar para que vean cómo trabaja, porque tiene que ser un padecimiento real, si no, ella lo detecta", afirma.

No es que sea devoto del curanderismo, acaso ni siquiera creyente, pero ha investigado la tradición que ha atraído la atención sobre este poblado, a 5 kilómetros de la cabecera de Linares y erigido a principios del siglo 18 como rancho de pastores.

La brujería llegó con el arribo de franciscanos: según la tradición ellos empezaron a abordar trastornos mentales como posesiones demoniacas, lo que creó una histeria colectiva.

"Hay documentos en torno a eso, que hasta se pusieron cuatro cruces para defender a Linares del demonio, pero un día hubo una tormenta eléctrica y cayó un rayo sobre la cruz que estaba en La Petaca y los pedazos, dicen, volaron mil 300 metros".

Los curas y religiosos de entonces no se dieron por vencidos y continuaron con la "cacería", se cuenta. De ahí que un día azuzaron al pueblo para reunir a todas las brujas, apalearlas y quemarlas, y sus cenizas las depositaron en una petaca, un veliz, que enterraron en un lugar desconocido o sabido apenas por unos cuantos.

"Pero, si alguien lo sabe, no lo va a decir y menos a uno 'de fueras'", comenta el historiador, lo que se confirma en la visita a Sofía Álvarez, sobrina de Ángela Pecina y ahijada de Elisa "Licha" Látigo, curanderas históricas de La Petaca ya fallecidas, al igual que María Cepeda.

Describe Sofía: "Doña María curaba más de patente, mi abuela y ella eran primas. Ella no curaba con hierbas, luego sí".

Pecina, Látigo y Cepeda fueron las que cobraron relevancia a partir de los años 60 del siglo 20. Ellas protagonizaron el mejor momento de la tradición de La Petaca, ya cuando la brujería perseguida por siglos mutó a un curanderismo más cercano a un folclor...

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