Tras los caprichos geográficos

AutorEsther González Jacques

Enviada

ALBUQUERQUE, Nuevo México.- Desde que la sobrecargo avisa que se está a punto de aterrizar, el viajero que con curiosidad se asoma por la ventanilla descubre un extenso territorio desértico con enormes manchas en tonos café, y un deslumbrante Sol que parece pegar con toda su fuerza. Luego, a lo lejos se alcanza a ver un pequeño oasis verde coronado por espesas nubes: la localidad de Albuquerque, el destino a conocer.

Para llegar hasta aquí, primero hay que tomar un vuelo hacia Chihuahua, ya que desde esa ciudad fronteriza sale el único itinerario con destino a Albuquerque, que también es el único arribo internacional que recibe ese Estado. Por tal motivo, la oficina de inmigración es pequeña, los agentes aduanales amables y rápidos los trámites de ingreso. Sin duda, Albuquerque es una de las ciudades más cordiales con los mexicanos.

Cuando sopla el viento

Para seguir admirando la belleza geográfica de este territorio, nada mejor que tomar un paseo en globo aerostático: uno de los principales atractivos turísticos.

La aventura comienza a las cinco de la mañana cuando una camioneta pasa al hotel para trasladar a los viajeros al sur de ciudad, justo a una zona despoblada en la que los pilotos de la compañía Rainbow Rayders preparan los globos para elevarlos a una altura máxima de 50 mil pies (alrededor de 15 mil 240 metros).

Ya en el aire, el aerostático flota siguiendo la línea del Río Grande. Desde arriba se percibe el correr de dicho afluente y, a lo lejos, las construcciones del Centro de Albuquerque.

Cuando el globo está en su punto más alto regala a sus pasajeros una vista del desierto de Albuquerque, aunque también baja a ras del suelo para poder escuchar la corriente del Río Grande.

Muchos se entusiasman al ver en el suelo la sombra del aerostático en el que viajan, aunque otros, sostienen que lo mejor del recorrido sucede cuando se pasa cerca de algunas colonias urbanizadas y pueden observar, a detalle, hermosas casas de la llamada arquitectura pueblo.

En los patios de muchas de ellas hay enormes albercas en las que sus moradores mitigan los días de calor. Y llama la atención contar hasta cinco o seis camionetas estacionadas en el jardín de cada residencia.

Al tiempo que va pasando el aerostático, los niños se columpian, los perros ladran y, sus dueños, voltean al cielo para saludar a los pasajeros.

El paseo en globo dura tres horas y tiene un costo aproximado de 160 dólares, una buena opción para conocer Albuquerque desde...

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