Sobreaviso/ Transición importada

AutorRené Delgado

Vista la incapacidad de las fuerzas políticas para llegar a acuerdos mínimos que consoliden la democracia y fortalezcan el Estado de derecho, y visto el surgimiento de movimientos coyunturales de enorme fuerza que fácilmente colocan en un predicamento la estabilidad y la gobernabilidad política, no es aventurado pensar que la traída y llevada transición no fue un producto nacional sino importado.

La transición habría llegado como un efecto secundario del adelgazamiento del Estado y de la apertura y la globalización económica, pero no como consecuencia del crecimiento, desarrollo y consistencia de las fuerza políticas nacionales.

Hecha la vanidad de la clase política a un lado, poco importaría que el origen de la transición mexicana fuera ése. Como quiera, habría significado una oportunidad para replantearse el desarrollo político del país, transitar a la democracia y consolidarla. Sin embargo, los partidos políticos vieron la transición como algo dado, la descuidaron, se engolosinaron con su solo aspecto electoral -el reparto pero no el uso del poder-, y, ahora, amenazan con convertirla, sin querer, en un problema. Las fuerzas políticas no supieron aprovechar el impulso que, como efecto colateral, les vino de fuera.

En esa hipótesis encontraría explicación la ingobernabilidad del cambio, la alternancia sin alternativa y la incertidumbre política que comienza a extender su manto.

Si la transición vino de fuera, está por verse si llegó para quedarse.

...

A favor de la probabilidad de que la transición mexicana haya sido un producto de importación, desaprovechado por las fuerzas políticas nacionales, apuntan tres hechos:

- Uno. Los movimientos políticos que tuvieron un efecto nacional no lograron transformarse en organizaciones políticas de mayor aliento y con una mayor perspectiva, o bien, no consiguieron proyectar su fuerza más allá del ámbito coyuntural.

- Dos. Los liderazgos que emanaron de esos movimientos se agotaron o murieron sin conseguir hacer de su herencia la simiente de una fuerza y una inteligencia política de mucho mayor alcance.

- Tres. La estabilidad política y social sigue dependiendo de la economía doméstica y global pero no del acuerdo de las organizaciones políticas, éstas siguen actuando de manera reactiva y no proactiva, incapaces de remontar el presidencialismo que critican pero que mantienen como el referente o la razón de ser de su actuación.

Si esto es cierto, la consolidación de la democracia y el fortalecimiento...

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