Una tragedia que no cesa

(Nota 16 del Tercer Presupuesto General; Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Thelma Gómez DuránMÉXICO, D.F., febrero 7 (EL UNIVERSAL).- Tenía 25 años cuando decidió realizar el viaje. Nancy Pineda Lacan no iba sola. El recorrido lo comenzó con su padre Efraín, su hermano Richard y su prima Mayra. Su sueño era llegar a Estados Unidos, pero la travesía de al menos tres de ellos se canceló en el rancho de San Fernando, en Tamaulipas. Ahí los mataron.Efraín, Richard y Mayra forman parte del grupo de 72 migrantes -58 hombres y 14 mujeres- que fueron secuestrados y asesinados. El 24 de agosto del 2010 encontraron sus cuerpos en un rancho de Tamaulipas. Dos meses después, los cadáveres de estos tres guatemaltecos fueron repatriados a su país. Nancy todavía no regresa a la aldea de Sipacate, en la región de Escuintla, Guatemala. Sus hijos, de 7 y 6 años, aún la esperan.La familia cree que a ella también la mataron en Tamaulipas.A casi seis meses de la masacre de San Fernando, 16 de los 72 migrantes no han sido identificados. Esos 16 cuerpos esperan que les devuelvan su nombre en el Servicio Médico Forense (Semefo) del Distrito Federal. Cuatro son de mujeres."Nos han dicho que todavía no la pueden identificar. Nos han dicho que todavía tienen dudas… Nos dijeron que la próxima semana llaman para decirnos si uno de esos cuerpos es el de ella", explica, desde Guatemala, Aura Cifuentes, hermana de Mayra, la prima con la que viajaba Nancy.- Aumenta la explotaciónEl hallazgo de los cuerpos de los 72 migrantes destapó una realidad brutal: decenas de miles de centroamericanos cruzan cada año por México con el sueño de encontrar una vida mejor en Estados Unidos. Muchos mueren. Otros son mutilados al caer de "la bestia", como le llaman al tren del que se aferran para llegar al norte. Muchos más son secuestrados, golpeados, torturados o enganchados por el crimen organizado, que se ha convertido en un obstáculo más en su travesía. Las mujeres son violadas o vendidas a prostíbulos. Cientos, simplemente, están "desaparecidos".La historia de cada uno de los 72 migrantes podría ser la historia de muchos de los centroamericanos que, buscando el "sueño americano", encuentran la "pesadilla mexicana".La pobreza, los conflictos armados, la expansión de las pandillas y los desastres naturales son el resorte que los avienta hacia el norte.No hay cifras oficiales de cuántas personas realizan la ruta que tiene como meta Estados Unidos. El VI Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos de las Personas Migrantes en Tránsito por México -presentado en 2010 por Belem Posada Migrante, Humanidad Sin Fronteras y Frontera con Justicia- señala que cada año más de 140 mil personas centroamericanas cruzan por México con la intención de llegar a Estados Unidos.Tan sólo en enero del 2010, el Instituto Nacional de Migración "aseguró" a mil 184 extranjeros que ingresaron a México sin documentos. De ellos, 523 fueron hondureños, 457 guatemaltecos y 162 salvadoreños.Así como se incrementó el flujo migratorio que pasa por México -dice Nancy Pérez, directora de la organización Sin Fronteras-, aumentó el número de grupos que secuestran, explotan y viven de los migrantes.- "No le alcanzaba el sueldo"El trabajo de identificación de los migrantes asesinados en Tamaulipas ha sido lento, problemático. Los cadáveres fueron encontrados entre 48 y 72 horas después de que ocurrió la masacre. Además, en el municipio de San Fernando no hay instalaciones adecuadas para conservar tantos cuerpos. En Tamaulipas se entregaron a los consulados algunos cadáveres; al Semefo del DF sólo llegaron 56."Hasta que los cuerpos llegaron a la ciudad de México recibieron el tratamiento adecuado -dice el vicecanciller de Honduras, Alden Rivera-. Fue en ese momento cuando los países comenzaron a mandar a sus especialistas para realizar la identificación".El reconocimiento de los cuerpos comenzó a ser aún más lento después de las primeras repatriaciones, a principios de septiembre del 2010.En todos los países se les pidió a los familiares que no abrieran el féretro, que confiaran en que se trataba de su pariente. No todos hicieron caso. En Honduras dos familias recibieron un cuerpo que no era el de su migrante. Uno de ellos era un brasileño.A las familias que se acercaron a las cancillerías porque sospecharon que su migrante iba en el grupo de los 72, se les pidió papeles, fotografías, muestras de sangre, cualquier cosa que ayudara a despejar la duda.Durante estos meses, esas familias han vivido con la esperanza puesta en el teléfono. Esperan levantar el auricular y escuchar a su migrante, diciéndoles que está en Estados Unidos.Esa llamada era la que esperaba Amarilis Portillo. Ella escuchó la noticia que no quería: su hermano Luis Alberto Portillo Cameros, de 26 años, era uno de los 72. Fue...

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