Torero toda la vida

AutorMarco Antonio Mata

Fotos: REFORMA/ Jorge Silva

Guanajuato.- Enjundia, elegancia y arte han sido elementos distintivos de David Silveti, figura de la fiesta brava que, junto con Jorge Gutiérrez y Miguel Espinosa "Armillita", dio un soplo de vitalidad y frescura a este espectáculo en los años 80.

Miembro de esta triada dorada, Silveti mostró en su oficio valor, entrega y estilo. Puso una dosis de pasión y disciplina en los ruedos, haciendo recordar a los aficionados la estirpe de leyenda como Rodolfo Gaona y Manuel Capetillo.

Silveti anunció su retiro definitivo del toreo en marzo pasado, cerrando así un ciclo magistral desarrollado en los más importantes ruedos de México, España, Francia, Venezuela, Colombia y Ecuador. En su carrera resaltó haber sido el único torero que confirmó su alternativa en la Plaza de Las Ventas, en Madrid, con toros mexicanos; o ser una de las pocas figuras que nunca puso condición alguna para seleccionar alternantes.

Pero Silveti tuvo que tomar la decisión del retiro a consecuencia de un serio padecimiento en la corteza cerebral.

Sencillo, entusiasta y profesional, coincidió en los ruedos con las figuras más disímbolas. Lo mismo toreó en los años 80 y 90 con diestros de la talla de Manolo Martínez y Eloy Cavazos, que con figuras como Jorge de Jesús El Glison, a quienes muchos rechazaban por su estilo "tan alocado" y su forma de vestir con medias blancas.

Con 47 años de edad, 25 como matador de toros y un tiempo importante que le ha permitido analizar su vocación torera desde afuera del ruedo, Silveti se somete actualmente a tratamiento neurológico en reposo total.

La tarde del 12 de enero de este año en su reaparición en la Plaza México, el matador retomó su sitio de figura y olvidó las lesiones que lo mantuvieron inactivo durante ocho años.

Veintiún días después de su regreso, el público capitalino presenció la entrega que mostró tras dos artísticas y valerosas faenas, al pisar por segunda ocasión el ruedo de la Plaza México.

El inicio de la ausencia

Su calvario comenzó en octubre de 1995 mientras toreaba en Guadalajara: el toro al que se enfrentaba lo levantó, lo tiró al suelo y David no pudo reincorporarse.

"Esa noche regresé al hotel y dije: íaquí se acabóí. Tuvieron que llegar a auxiliarme mis dos subalternos porque ya no pude ponerme de pie. Pasé la noche en vela y llamé a mi mujer para compartirle mi decisión. Se la comuniqué también al doctor Herrerías y a Miguel Alemán Magnani, y se preparó mi despedida para el 10 de...

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