Tonatiuh Bravo / Educación en Jalisco

AutorTonatiuh Bravo

En días recientes, han ocurrido hechos que, tal parece, propiciarán cambios irreversibles en la conducción del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en Jalisco. Por segunda ocasión consecutiva, Juan Alcalá Espitia -considerado hasta hoy líder moral de la Sección 47 del SNTE- está siendo procesado por delitos considerados como graves por la justicia.

Portación de armas agravada por reincidencia, en un proceso ya abierto del cual se encontraba libre bajo fianza: posesión de armas de uso exclusivo del Ejército también con reincidencia; posesión y portación de tres armas a la vez, lo cual es tipificado y sancionado con mayor penalidad por la Ley Contra la Delincuencia y el Crimen Organizado, así como señalamientos de violación y estupro constituyen un cúmulo de acusaciones que difícilmente podrán ser libradas, tanto en material legal como política, así como frente a la opinión pública.

Más que hacer escarnio o leña del árbol caído -los juicios están en manos de las autoridades competentes- conviene revisar la actual situación de la educación en nuestro estado a fin de que nadie cante victoria antes de tiempo.

El SNTE en Jalisco tiene dos secciones sindicales, la 47 y la 16, en las cuales se aglutina el total de trabajadores administrativos, de servicio y académicos de los niveles de educación preescolar, primaria, secundaria, algunos planteles de bachillerato y de educación tecnológica, todos ellos de carácter público. Cada una de estas secciones cuenta con un número aproximado de 40 mil integrantes.

En gran medida, el SNTE sigue representando el modelo de sindicato corporativo creado para controlar y promover los intereses de las cúpulas sindicales. Desde sus inicios adquirió estas perspectivas, además de haber estado enlazado a los controles del manejo presidencialista del sistema político. De hecho, después de la defenestración de Carlos Jongitud como líder moral a nivel nacional, Carlos Salinas promovió las reformas que llevaron a la descentralización de la educación y que en un principio fueron diseñadas de tal manera que hubiesen desarticulado al SNTE, convirtiéndolo, en el mejor de los casos, en una federación de sindicatos de la educación pertenecientes a los estados de la República.

Hábilmente, Elba Esther Gordillo fue tejiendo la red que le permitiera sustituir el papel que abruptamente perdió Carlos Jongitud, a fin de que el proceso descentralizador de la educación no desmembrara al propio sindicato. Su principal...

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