Tomás Calvillo / Historia y política

AutorTomás Calvillo

En México el uso de la historia, la evocación del pasado es una constante en los discursos públicos y en la vida privada. No vemos con claridad el mañana, nos sentimos más confiados en el ayer. Un ayer que pertenece más a la imaginación e intereses de nuestro presente que a la contundencia de lo que fue.

Cuando se dio la alternancia con el presidente Fox se vislumbró una batalla que hoy en día es evidente, la de los símbolos. Recordemos al secretario de Gobernación de entonces, Santiago Creel, rescatando el retrato de Benito Juárez de su centralidad perdida, ya que el presidente Fox había elegido la importante pero frágil figura de Madero para que lo acompañara. No olvidemos por efímera al águila mocha que nadie comprendió y que al Ejército desagradó profundamente. Águila mocha que fue desaparecida por el presidente Felipe Calderón, como un primer acto simbólico de su gobierno. En cambio, la figura de Benito Juárez perdura como inspiración de rebeldía justificada o de reconocimiento a la ley y las instituciones.

Los próceres del ayer son invitados hoy para dirimir con nosotros nuestras diferencias, los muertos son convocados a compartir con los vivos sus tareas y responsabilidades; no descansan en paz, participan en las batallas que nos envuelven.

Dos son los principales actores de esta trama: el historiador y el político que casi siempre van de la mano. Al historiador le sobra la serenidad del tiempo, al político le falta. Las conmemoraciones les interesan; al historiador lo justifican, le dan lugar y empleo, al político lo legitiman, le dan discurso y poder. El pasado es útil para ambos si hay un acuerdo de su sentido. Lo que significaron los hechos es una decisión del presente. En el presente se dice que pasado fue, por qué y para qué. Se sella con un timbre postal, con un decreto, con una ceremonia, con actos que simbolizan el control de los hechos, del tiempo ido, de la vida de quienes ya no están. Así, el historiador registra la tradición y el político asume su herencia.

Hubo una época en este país en que ambas condiciones recaían en una sola persona: la historia era parte de un testimonio. Carlos María Bustamante y Lucas Alamán, entre otros, vivieron esa experiencia. Hoy otra es la historia.

Ante las celebraciones próximas del bicentenario del inicio de la Independencia y del centenario de la Revolución, la política ha decidido apoderarse de aquellos sucesos. Las dos grandes rupturas institucionales de...

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