Tolvanera / El clarín del 10

AutorRoberto Zamarripa

El Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución suenan ya como el clarín de bélico acento que convoca a muchos a lidiar con valor: nos vemos en el 2010.

La efeméride puede ser chispa. No parece un disparate cuando la enarbolan como consigna en distintos movimientos populares o cuando la atesoran como oportunidad de asonada políticos de la élite. Así que quienes cultivan las guirnaldas de oliva y los laureles de victoria no son precisamente los panistas del gobierno sino sus opositores. Mientras, las ceremonias oficiales arrancan mañana en el Monumento a la Revolución, ícono incómodo para las conciencias del panismo.

El historiador Alejandro Rosas en su libro Mitos de la historia mexicana es contundente en el recuerdo del origen de dicho coso. "El monumento a la Revolución es la máxima representación del fracaso histórico de México en el siglo XX... La flamante construcción nació como un sueño que debía mostrar al mundo la grandeza del México de don Porfirio. Entre las fastuosas obras públicas del régimen -como el edificio de Correos o el Palacio de Comunicaciones-, el nuevo edificio estaba llamado a ser la sede y el bastión del poder legislativo".

El 23 de septiembre de 1910, Porfirio Díaz colocó la primera piedra de dicho monumento en el marco de las celebraciones del Centenario de la Independencia. Ocho meses después, Díaz salía de México en el barco "Ipiranga". Dejaba al país en llamas y al edificio inconcluso.

La obra fue reinventada y concluida en 1938 y en lugar de palacio legislativo fue convertido en Monumento a la Revolución.

Juzga Alejandro Rosas: "la escena volvía a repetirse, el monumento era una farsa: forma sin fondo. Los cuatro grupos escultóricos que rematan cada una de sus columnas representan a la independencia, las leyes de Reforma, las leyes obreras y las leyes agrarias; pero con un sistema que decidió gobernar de manera discrecional e impune, las leyes no significaron nada".

Después, el Monumento se convirtió en panteón donde reposan juntos los restos de caudillos que en vida se tiraron a matar: Madero, Carranza, Villa, Calles, Cárdenas.

Arrancan las conmemoraciones debajo del monumento encargado por Porfirio Díaz que se apropió el priismo y ahora es reivindicado por los panistas. Un galimatías de falta de identidad.

¿Hacia dónde serán las reverencias de Calderón? ¿Hacia Cárdenas, quien encabezó el gobierno detestado por los fundadores del panismo? ¿Hacia Calles, el aniquilador del movimiento...

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