TOLVANERA / Simbiosis

AutorRoberto Zamarripa

Durante el Foro de Seguridad Latinoamericana, organizado por la ODCA, el presidente Felipe Calderón dijo que el crimen organizado pasaba por tres etapas: inicialmente una predatoria con bandas o pandillas controlables por la policía; una segunda etapa parasitaria donde penetra instituciones y soborna comandantes para cometer delitos. La tercera, y última, es la simbiosis que el crimen logra con instituciones, gobernantes y/o policías.

Las últimas noticias podrían reforzar la tesis presidencial de que vivimos en la tercera etapa. Policías (o ex policías) estatales participaron en el incendio del Casino Royale en agosto pasado. Agentes de la Policía Federal procesados en Ciudad Juárez por extorsión u otros perseguidos por su involucramiento en el tráfico de drogas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) (Reforma, 3/10/11).

Los 35 cadáveres de la matanza veracruzana estaban atados de manos con cintas de seguridad como las usadas habitualmente por fuerzas de seguridad federales, según constatan investigadores veracruzanos (Reforma, 30/09/11).

La Marina captura en Veracruz a decenas de policías municipales por su presunto vínculo con Los Zetas. Y en Nuevo León las redadas federales levantan a centenares de policías municipales acusados de asociarse con el crimen organizado.

Aunque probablemente en el caso mexicano la simbiosis fue el origen, no la consecuencia y estemos más ante una batalla fratricida que frente a un conflicto donde los malos infiltraron a los buenos.

El crimen organizado mexicano, en su versión moderna, surgió de los aparatos de seguridad del Estado. Los grandes capos fueron, inicialmente, policías. Miguel Ángel Félix Gallardo fue policía judicial federal y un guarura de gobernador, antes de ser el capo de capos en lo que hoy se conoce como Cártel del Pacífico. Rafael Aguilar Guajardo, fundador del Cártel de Juárez, fue un destacado agente de la Dirección Federal de Seguridad, corporación que se convirtió en una auténtica guarida de narcotraficantes y delincuentes.

Los temibles Zetas surgieron de las deserciones (o componendas) con los Grupos Especiales del Ejército.

El sistema de partido único, partido de Estado, generó sus sistemas delincuenciales controlados. El fenómeno moderno del narcotráfico incubó en oficinas gubernamentales y siempre mantuvo vasos comunicantes entre funcionarios de dependencias y criminales.

El relativo entendimiento fue posible porque imperaba un sistema de partido único...

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