Tolvanera / Sensatez

AutorRoberto Zamarripa

La convulsión internacional reclama prudencia. La prudencia no supone indefiniciones. Las definiciones deben ser sustentadas en el consenso. El consenso no debe desperdiciarse ni destruirse.

Sensatamente, el presidente Vicente Fox asumió a tiempo una posición de distancia que le mereció sólida simpatía interna y externa.

Tal parecía que el titular del Ejecutivo advertía la hondura de la crisis internacional provocada por la iniciativa unilateral de Estados Unidos y acompañantes.

La postura política del Presidente definida antes de que iniciaran las agresiones en Iraq no necesariamente parece haber calado en el resto de los funcionarios del gabinete mexicano. En pocos es notable la preocupación por el entorno y apenas levantan la mira para el cumplimiento de sus pequeñas tareas a las que llaman "cambio".

Es imperceptible la reacción siquiera declarativa de secretarios de Estado en materia educativa, social o de política interna alrededor de la guerra. Ni en lo individual ni como cuerpo de gobierno actúan para pertrechar al Presidente o al canciller alrededor de la delicada situación internacional, que lo menos que reclama es la confluencia en una sola línea de gobierno.

La guerra en el Golfo arroja cadáveres de paisanos en la frontera norte mexicana. ¿Quién dijo aquello de que no habría sangre mexicana derramada en ese conflicto? ¿Quién se ha preocupado por la dramática realidad de que al frente, en la zapa, en la asistencia, en la obligada confrontación cara a cara con el enemigo, van los brazos mexicanos?

Lamentablemente habrá que hacerse cargo de que muchos paisanos optaron por sumarse a las filas del Ejército estadounidense para consumar sueños e ideales, no necesariamente vinculados a la conquista de esa tierra, sino a la de su realización personal y la de la superación económica, que no les otorga su país de origen o el de sus padres.

El presidente Fox envió una condolencia a los familiares de uno de los paisanos muertos en ese conflicto. Una asunción tácita de que el conflicto bélico alcanza hogares nacionales. Una confirmación, a la vez, de su soledad en la obligación de dar la cara.

Porque ni los hacedores de los consensos internos, ni los constructores de la política social han esbozado algún recurso, algún programa o algún dicho que enfrente ésa que será una creciente realidad.

¿En qué andan? Por ejemplo, la Secretaría de Desarrollo Social -en su obcecada competencia con el gobierno de López Obrador- opta por fortalecer un...

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