Tolvanera / Rincón bohemio

AutorRoberto Zamarripa

Sólo en el PRI, sólo ahí, pueden lograrse actos de ilusionismo que el mago Splendini de Woody Allen envidiaría.

Eso de desaparecer en una isla encantada el table dance "Black and White" -con todo y tubo- y presentar, en el mismo lugar, un restaurante de música de trova -con todo y maracas- al que llamaron "Rincón Bohemio", sí que es una hazaña (MURAL, 8 de febrero).

Lo hicieron los priistas en Cozumel ante el escándalo desatado por el pasado y bienes de la familia de la candidata a secretaria general, Sara Latife, y allegada al Gobernador de Quintana Roo, Félix González Canto.

Síntesis del nivel en que se encuentra el debate interno del partido tricolor. Nada por aquí, nada por allá.

El ilusionismo priista tendrá su función estelar el próximo 18 de febrero y tiene programado presentar un arriesgado acto donde por la mañana aparentará una votación con todo y urnas, y por la noche presentará a un dirigente con todo y bases.

Sólo en el PRI, sólo ahí, puede jugarse a la votación democrática en medio de un ambiente de puñalada abierta. Sólo ahí, pueden aparentar ser civilizados los bárbaros y técnicos los rudos. Hay imitaciones (los panistas de Yucatán o las tribus perredistas) pero nada será igual.

El PRI en su esplendor era gobierno y erigía monumentos y leyendas; construía con la destrucción. Depredaba y decía que desarrollaba. Consumaba el fraude y decía que hacia democracia. Monopolizaba el poder y presentaba un Congreso plural.

Era partido único y arrastraba partidos satélites. Honraba a Benito Juárez y robaba al erario en su memoria. El sistema erigido por el PRI sembraba vientos y cosechaba aplausos de multitudes; aniquilaba en silencio y cultivaba la imagen de sus gobernantes con el ruido tronante de las matracas.

El priismo era como la caja del mago o como las maletas con las que los contrabandistas metían la mercancía: tenía doble fondo. En uno guardaban la mentira y en el otro también. La verdad no viajaba en su equipaje.

Había -hay- priistas decentes. Fueron -son- la excepción que confirma la regla.

El problema es que ahora el priismo en su decadencia hace ver los orificios de sus maletas, ya no saca conejos de la chistera y sus trucos resultan predecibles.

Los dos candidatos priistas y las tres comparsas que les acompañan en la batalla del 18 de febrero dicen que si encabezan al PRI harán de ese partido una firme Oposición pero ansían -imploran- ser cogobierno.

Uno de los candidatos, Enrique Jackson, fue apabullado en el Tucom en...

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