TOLVANERA / Resetear

AutorRoberto Zamarripa

Pocas ocasiones las relaciones entre México y Estados Unidos enfrentan simultáneamente tantos desafíos. Regularmente en los tratos binacionales siempre hay un conflicto que pone el acento ya sea en materia de seguridad, de economía o migración.

Ahora, en la víspera del nuevo gobierno demócrata de Joe Biden, todo borbotea y en algunos casos amenaza con desbordarse.

El cierre de año con la administración Trump ha sido marcado por el disgusto en el tema energético, expresado por la carta de tres secretarios del gabinete estadounidense y la inconformidad de empresas estadounidenses con el cambio de reglas gubernamentales.

Junto con ello estalló el caso Cienfuegos que para el gobierno mexicano significó una jugada en el proceso electoral estadounidense -presuntamente para afectar a Trump- derivada de un abuso de las agencias de seguridad. Traer al general, exonerarlo y descalificar la investigación estadounidense, trozó los resortes de la cooperación en materia de seguridad.

Al final, la desconfianza abre. A ello se suman las diferencias en materia de política de medio ambiente, laboral, social, transparencia y derechos humanos que distintos segmentos demócratas han hecho saber con el actual gobierno mexicano. Además hay cejas levantadas por el manejo de la pandemia y sus repercusiones en las economías de ambos países. Se agrandará la lupa sobre la política de salud mexicana.

Ofrecerle una bienvenida áspera y rijosa a Joe Biden pareciera una estrategia de anticipación a la tormenta. Que sea México quien defina antes del arranque los puntos de discrepancia y no Washington el que anticipe las prioridades. Una "guerra de posiciones" que dificulte posteriores intentonas de arrinconamiento.

La reproducción del conflicto y la polarización interna -base de la operación política gubernamental- en el terreno de la política exterior puede tener también alguna razón de legitimidad interna en el año electoral mexicano, pero es altamente inflamable.

La relación de la 4T con la administración de Donald Trump marchó al tono del estadounidense. Esquizofrénica y desordenada como su gobierno, caprichosa e impredecible...

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