TOLVANERA / Paras

AutorRoberto Zamarripa

Masacres como la de San Fernando, Tamaulipas (72 muertos); fosas como la encontrada en mayo pasado en Taxco, Guerrero (55 cadáveres), o Juárez, Nuevo León, (encontrada en julio con 51 cuerpos) muestran rasgos similares a las acciones de los paramilitares colombianos que además del irracional exterminio de comunidades provocaron una crisis legislativa y política en el país andino.

El paramilitarismo en Colombia escaló en el combate por el control de territorios y las rutas de tráfico de droga tras la muerte de Pablo Escobar, el capo de capos, quien controlaba ciudades con sicarios de las comunas en la década de los ochenta. Del sicariato urbano -muy parecido al que opera en Ciudad Juárez-, el narco extendió el combate con grupos de autodefensa campesina que terminaron por ser auténticos ejércitos con crueles métodos de acción, masacres de comunidades, extensión de fosas clandestinas, secuestros y extorsiones para financiarse y controlar territorios rurales.

Tras esa violencia, Colombia entró a un proceso de desmovilización de paramilitares y la indagación simultánea de sus crímenes desarrollada por la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía de Colombia. Creada en el 2005, esta Unidad ha encontrado en un lustro dos mil 815 fosas y exhumado tres mil 407 cuerpos victimados por los paras. Las investigaciones, basadas en confesiones de ex paramilitares desmovilizados, incluyen una matanza de 100 personas en la comunidad El Salado, ocurrida en febrero del 2000 donde durante dos semanas decenas de mujeres fueron violadas y junto con el resto de personas asesinadas y descuartizadas y, según testimonios publicados por el diario El Tiempo, los asesinos "se pusieron a jugar fútbol con las cabezas".

Hoy Colombia debate por qué esa guerra llegó tan lejos. Y la cuenta amarga que paga la sociedad es que tras la consolidación de esos ejércitos que unieron a narcos, autoridades, políticos y jerarcas castrenses, y sobre los cadáveres que sepultaban clandestinamente, emergió una fuerza política del paramilitarismo que gobernó entidades y logró presencia en una tercera parte del Congreso.

En su origen, el paramilitarismo colombiano tenía un ingrediente ideológico: el combate a las guerrillas de izquierda. Pero en el fondo su propósito fue otro: el control, a toda costa, del tráfico de drogas.

En el libro Mi confesión (Mauricio Molina, Editorial Oveja Negra, 2001), Castaño, fundador del paramilitarismo colombiano, cuenta cómo los grupos fueron formados por...

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