TOLVANERA / Anzuelos

AutorRoberto Zamarripa

Una marcha no hace verano como una mañanera no hace gobierno. Las simplificaciones a las que tanto afecto tienen muchos usuarios de redes sociales -intoxicadas, envenenadas- poco ayudan en la circunstancia.

La marcha es hija de la estigmatización desde el poder y se nutre de distintos descontentos, muchos de ellos previos a la asunción del gobierno que hoy condenan. Son los mismos y otros más. Son los de siempre y son distintos.

Tiene enorme relevancia que marchen y den la cara. Quienes les condenan o descalifican también marcharon al arranque de los administraciones de los presidentes Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña pidiendo sus renuncias. Y soportaron, peleando, batallando por sus ideales, los tres sexenios que impugnaron.

Marchar sirve, lo saben quienes ahora gobiernan. Por ahí llegaron.

Por qué entonces descalificar a quien lo hace incluso con la contradicción a cuestas.

La marcha por la renuncia del presidente López Obrador -que la quieren inmediata, pronta- tuvo a muchos que se han pronunciado en contra de la iniciativa democrática de revocación de mandato.

Desde luego que hay un ingrediente impugnable: el mismo día de la elección federal para renovar Congreso sería el voto de revocación.

Acusan un propósito embozado de llevar a la boleta al presidente de la República, quien llevaría con ello agua al molino partidista para impulsar su triunfo. Pero si fuera el personaje que gobierna desastroso, como lo pintaron este domingo, la votación de revocación sería una oportunidad para, desde las urnas, echarlo y descarrillar a su partido.

La marcha atisbó las discrepancias sobre el manejo de la economía, la política pública y los desplantes de un modo personalísimo de gobernar. Un sentimiento de ofensa por el lenguaje presidencial; la estigmatización reiterada, su insistencia en diferenciar y separar los que están de un lado y a favor (la mayoría) y los que están en otro y en contra (la minoría). No caben los que dudan o los que puedan estar en distintos lugares a la vez o no quieran estar en ninguno.

La marcha en esencia es la cutícula del descontento y punta de desazón.

Mezcla de todo. Hasta sentimientos y posiciones extremas, racistas, xenófobas, clasistas. Y tiene, sin duda, posiciones demócratas, defensoras de instituciones y liberales.

El gobierno de Andrés Manuel López...

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