TOLVANERA / Ahí viene Jaime Rodríguez

AutorRoberto Zamarripa

El caballo le decía 'vente pa acá' y se venía pa'cá, le decía 'vete pa allá' y se iba pa allá y hablaba por teléfono y no contestaba, pues si nomás era caballo no secretario. (El Piporro. Agustín Jaime).

"Antes de que aprendas de los libros, voy a enseñarte lo que aprendí en la escuela de la vida", le dice "El Piporro" (Eulalio González. 1921-2003) a Martincillo en la primera escena de la mítica película Ahí viene Martín Corona (México, 1952).

"En el mundo sigue habiendo rateros y malditos que matan y desgracian a la gente con tal de enriquecerse. Contra ellos, mijo, guerra a muerte. Los hombres son malvados porque no son hombres completos; crecen mochados porque no aprenden lo que Dios enseña...", le dice un cariñoso Piporro al güerco.

El sábado, ya casi para arrancar domingo, llegó Jaime Rodríguez "El Bronco", para espetar a sus martincillos desde la tribuna de la Cámara de Diputados de Nuevo León: "¡Se les acabó la fiesta a los bandidos! Vamos, que ni se hagan ilusiones los manos largas. A partir de hoy se acabaron los moches y las transas, se acabaron los lujos a costillas de la gente".

Ya llegó "El Bronco". No relincha porque no le dejaron pasar a "Tornado", su caballo.

Yo soy de Nuevo León, donde rasuran a pedradas y hacen el pelo con hacha. (El Piporro. Chulas fronteras).

"Hemos encontrado la casa sucia, las columnas derruidas, fugas por muchas partes, el techo cayéndose en otras y, para acabarla de fregar, hipotecada. Pero no es el tiempo el que castigó nuestra casa sino la corrupción sin llenadera y el delirio de muchos que se creyeron reyes y no gobernantes...Vamos a investigar, sin afán de venganza, pero con sed de justicia... Si alguien cometió un crimen, que dé la cara al pueblo y le responda a la ley, sea quien sea".

Ahora sí que Martín Corona se quedó chiquito. Con "El Bronco", Piporro dixit, van a cruzar gallinas con puercos para que den huevos con chorizo.

Así, de chaleco, desparpajado, retador, autosuficiente, "El Bronco" levanta la expectativa hasta lo alto. Sus referencias simples, sus gracejadas, la frescura de discurso, no solo regresan identidad a sus votantes o aligeran la manera de encarar el desastre.

Le ponen sonrisa al compromiso pero obligan al cumplimiento pronto. Muchos justicieros ya han predicado desde las tribunas...

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