TOLVANERA / 2015

AutorRoberto Zamarripa

El mosaico alienta y preocupa. Realidades complejas, ásperas y violentas conviven con corrientes pacíficas, cívicas; abstencionistas con votantes; mapaches con defensores de votos; mañosos y tramposos con ciudadanos comprometidos en la organización y consumación del ejercicio democrático.

  1. El triunfo de candidaturas ciudadanas en Nuevo León, con Jaime Rodríguez, y Jalisco, con Enrique Alfaro, y eventualmente en diputaciones con Manuel Clouthier, marca a las campañas intermedias. Sus triunfos fueron arrolladores en medio de condiciones adversas. Guerra sucia, desventajas en financiamiento y en condiciones de equidad e incluso en coberturas informativas.

    La repulsa ciudadana a autoridades e incluso contra comunicadores es una consecuencia derivada del triunfo. A pesar de y en contra de.

  2. Son independientes pero no tanto. Vienen de militancias partidistas. Rodríguez era madracista en el PRI; Alfaro un disidente del PRD y Clouthier miembro de una familia histórica en el PAN. ¿Qué los ha reunido? La adversidad y la exclusión. Su reto ahora es el cumplimiento de la diferencia. Gobernar y legislar diferente sin distancia de las corrientes ciudadanas que los encumbraron. A ver si como roncan duermen.

  3. Hay vasos comunicantes por lo menos entre El Bronco y Alfaro. Ambos han dialogado mucho sobre la independencia y la reforma del sistema de partidos. Hace rato que cabalgan muy cerca para horadar la hegemonía del bipartidismo en sus entidades y la fractura de una partidocracia anquilosada y poco operante para los electores. Lo suyo no concluye sino comienza. El Bronco opina que el resquebrajamiento de la partidocracia se logra desde fuera del sistema. Alfaro opina que la reforma del sistema de partidos es posible desde adentro del sistema. Echaron a andar la expectativa: la candidatura presidencial independiente del 2018. Sobrarán postores.

  4. Las figuras no figuran sin un sustento ciudadano. Una masa harta, vinculada con nuevas formas de entendimiento en las redes sociales, curtida por la desesperanza y la decepción de sexenios perdidos, emerge como protagonista principal. Han empujado a los independientes como antes empujaron a los caudillos. Pero ahora tienen otras formas de exigencia no solo de encumbramiento. Serán vigilantes persistentes y peticionarios de cuentas...

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