Toda una experiencia

AutorMaría Fernanda Torres, María Silva y Jorge Alberto García

Una conexión muy especial

En el momento en que su hijo recién nacido volteó y le sujetó con fuerza el dedo índice, Jesús Alberto Penilla Lara supo el significado de ser papá.

"La gente te dice que tener un hijo es la felicidad más grande del mundo, pero no lo asimilas realmente, hasta que lo tienes en los brazos", expresa con una sonrisa.

Confiesa que cuando su esposa Lizett le anunció que estaba embarazada, se emocionó, pero tomó la noticia con cautela. Luego, conforme avanzaron los meses, estableció una conexión muy especial con Rodrigo, a través de la música, su máximo hobby.

"Desde que mi esposa estaba embarazada me gustaba cantarle, porque cuando nacen reconocen la voz", detalla Jesús Alberto, quien toca la guitarra desde los 12 años.

"Para mí es muy importante la estimulación musical y me gustaría que el día de mañana mi hijo y yo compartamos el mismo gusto".

A través de las melodías imaginaba cómo sería su pequeño, aunque nunca dimensionó la alegría que lo embargaría al verlo nacer.

"Vi que el doctor sacó al bebé y se lo entregó a mi esposa; no me la creía. Yo estaba en shock", comparte el papá, quien instaló un tripié en el quirófano para grabar el parto.

"No me cayó el veinte hasta que el bebé volteó a verme y me agarró el dedo. Entonces me sentí invencible".

"Fue una combinación de felicidad y temor, porque ahora una personita depende de mí, pero siempre he sido una persona de retos y ser papá es el más grande de mi vida", afirma entusiasmado.

Esa experiencia no sólo ha despertado en él emociones positivas, también ha implicado un cambio de 180 grados en la dinámica familiar.

"La vida te cambia", dice Jesús Alberto, de 31 años. "El primer mes mi suegra nos ayudó, pero luego mi esposa y yo tuvimos que organizarnos para ayudarnos mutuamente".

"Lo más difícil han sido las desveladas, más porque tengo el sueño muy ligero, pero me he ido adaptando a los horarios del bebé".

Al principio le temblaban las manos, porque no sabía cómo bañar al recién nacido.

"Lo veía muy chiquito. Me daba miedo que se me fuera a resbalar, pero ahora me he vuelto un experto en cambiarle el pañal, bañarlo y darle biberón", comenta el papá, mientras carga a su bebé, hoy de 4 meses.

"Me siento mucho más relajado. He aprendido a ser paciente e identificar qué quiere cuando llora. Siempre he sido muy cariñoso, pero con él se me triplicó".

Ahora hasta interpreta canciones de cuna con la guitarra para arrullar a su niño.

"Me gusta mucho cantarle cuando se duerme...

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