AL TIRO / ¡Pa' la delegación!

AutorPaco Navarrete

Si uno sólo toma en cuenta la oleada de comentarios y críticas a los sucesos trágicamente estúpidos del antro defeño News Divine, pareciera que la actuación de la Polecía capitalina refleja una nueva forma de operar: prepotente, inepta y torpemente criminal.

La justa indignación, entonces, me parece que no toma en cuenta una forma de proceder -en la capital y en la dizque "provincia"- tan antigua y tan arraigada que ya forma parte de las imágenes clásicas del cine de oro mexicano: el momento en que el muchacho chicho, el hijo del pueblo, le mostraba el México profundo, y la muy mexicana alegría, a su enamorada de "buena familia" (es decir, rica), o al billetudo progenitor de ésta, apocado si fuera interpretado por Joaquín Pardavé, o arrogante si se tratara de un actor "de carácter".

Esas entrañables imágenes del rancho o de la vecindad, con sus personajes vernáculos, simpáticos y dicharacheros, nos proveyeron de los mejores momentos de grandes actores de soporte como Óscar Pulido, el Chicote, Mantequilla o el enano Santanón. Pasitos de mambo o gritos desgarrados entre séntidas canciones rancheras, lo mismo da: en pleno auge de bailongo o mariachi, anegados todos con harto tequila, surgiría el malentendido o o el "¿qué me ves?" que desembocaba en batalla campal, a poco interrumpida por los vilipendiados tecolotes o genízaros, que con unos cuantos silbatazos, muchos macanazos y el consabido grito: "¡jálenle pa' la delegación!", terminaban con el jolgorio.

La siguiente escena era muchas veces suprimida, por obvia: en fila india y con unos cuantos garrotazos como aliciente, todos trepaban a la camioneta enrejada o "julia" para ser descargados poco después en la mentada delegación, a comparecer ante un juez calificador. Ahí, el nazareno, entre gritos, alegatos y empujones, repartía con singular celeridad culpas, multas y/o pases a un conveniente dormitorio con barrotes.

Bueno, pues, ¿no fue ese el mismo procedimiento aplicado en la noche de marras de la Delegación Atzacoalco? La presunción de que todos son criminales hasta que prueben los contrario es muy, muy nuestra, desde tiempos inmemoriales.

Lo que ha cambiado, entonces, no es la mentalidad de "las autoridades", sino la realidad: lo que era caricaturesco hace cincuenta o sesenta años, ahora adquiere tintes de pesadilla criminal. O tal vez sí ha cambiado la manera...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR