AL TIRO / Vamos de bajada

AutorPaco Navarrete

¡Qué cosas! Decía mi madre: "No se puede tener una cosa bonita porque pronto la descomponen". Así estamos.

Hace tres años iniciamos un hermoso gobierno... qué digo gobierno: una verdadera transformación de la República, la Cuarta para ser más precisos, pero apenas va a la mitad del camino y ya está más desmantelada que un auto de la 5 de Febrero.

Primero empezó a resquebrajarse por los disparates del Primer Transformador de las Instituciones, que como dice una cosa hace otra, y después por sus achichincles, que llegaron al cargo por lealtad más que por méritos. Y una vez ahí, lo único que han atinado a hacer son desfiguros.

Rifas de avión que no son rifas; un aeropuerto que genera más problemas de los que pretende resolver; refinerías que están lejos de ser realidad y ya pierden dinero a carretadas; un Tren Maya que no quieren los mayas... ni los ladinos. La lista es enorme.

De los segundones, ¿qué decir? Unos ya se fueron a su casa, y no por ineptos, sino por incómodos. Por ejemplo, el ecologista que era activista más que funcionario; la encargada de la política interna del país que no tenía el mínimo control de éste; la dura fiscal anticorrupción que sólo atinó a meter las patotas...

Pero otros siguen, y no porque sean aptos para el puesto, sino porque... bueno, no se sabe ni por qué, pero ahí siguen.

Otros más llegaron de relevo y ya apuntan para irse, como la educadora #1 de la nación, que acaba de ser evidenciada junto con su grupo de morenistas por cobrar cuotas a trabajadores del DIF municipal cuando fue presidenta municipal de Texcoco, en el Estado de México.

No lo digo yo, lo dice el Instituto Nacional Electoral.

Así están las cosas: la secretaria de Gobernación que no gobernaba, Olga Sánchez Cordero, estaba muy ocupada en pelear por el poder con el consejero jurídico de la Presidencia que mal aconsejaba, Julio Scherer, tanto que ni ella ni él se dieron cuenta de que Delfina Gómez no debería tomar las riendas de la Secretaría de Educación porque sería balconeada como tramposa.

Y como diría el histérico de Jaime Maussan: nadie hizo nada.

Ahora, a toro pasado, intentan desactivar el balazo en el propio pie diciendo que los infames diezmos no eran a fuerzas, sino "voluntarios". Qué risa... y qué triste.

Vaya que a la ocasión la pintan calva y la situación está de pechito para que la oposición se adueñe de la discusión...

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