AL TIRO / Del Toro: Porque es mexicano

AutorPaco Navarrete

Ahora que celebramos el triunfo de Guillermo del Toro, no estaría de más recordar algunas de las razones por las que no vive en su tierra natal desde hace dos décadas.

Primero, la industria en que se desenvuelve, el cine, hace años que le quedó chica en este país. Al igual que sus compadres, Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu, tuvo que jalar pa'l norte en búsqueda de mejores horizontes.

Pues el cine es arte, o puede serlo, pero es también una industria que en México ha estado de capa caída desde... bueno, desde mediados del siglo pasado. De hecho, la época de oro del cine nacional fue más bien pasajera, abarcando un par de décadas, pero eso sí: fue muy lucrativa.

Cientos de cintas se produjeron en ese lapso, la mayoría francamente olvidables. Pero también un puñado de joyas nacieron para quedarse en la memoria no sólo de los mexicanos. Trascendieron fronteras y aportaron buena parte de la imagen de lo mexicano en el extranjero.

Incluso plagadas de estereotipos e imágenes exageradas, a ellas les debemos parte del prestigio que como pueblo gozamos allende las fronteras. Dicharacheros, jacarandosos y sentimentales, nobles y amigueros... en fin. Tampoco es para tanto.

Pero ahí quedaron, fijas como estampitas de Pedro Infante y María Félix. Como canciones de Tin Tan o el Piporro. Y sobre todo, Cantinflas en su altar, tan venerado en Sudamérica como aquí. O quizá más.

Sin embargo, eso se acabó. Murió de muerte natural. Se acabó la industria porque se acabó el público. Quizá fue la falta de creatividad, o quizá la arrasadora invasión de Hollywood. Tal vez la miopía de los distribuidores y dueños de las salas de cine.

O quizá fue la teta amamantadora de mamá gobierno, que en los años 60 y 70 decidió alimentar al enfermo terminal pero, como madre celosa y caprichosa, alimentaba a sus hijos favoritos y no necesariamente a los talentosos...

Fue un desastre. Difícil, si no imposible, prosperar en ese entorno si no se era, como en los años 80, director de videohomes con pistoleros y féminas de curvas voluptuosas.

Pero la gota que derramó el vaso para "El Gordo" fue el secuestro que sufrió su padre -y con él toda la familia- a finales de los años 90. Un trago amarguísimo...

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