AL TIRO / Sálvese quien pueda

AutorPaco Navarrete

Reviso un estado de cuenta de mi tarjeta de crédito y me encuentro un cobro fantasma. Jamás autoricé esa compra. Reviso los anteriores y ahí está, perdido entre los muchos cobros y pagos. Lo peor es que el cobro es del mismo banco. Durante varios, muchos meses lo he estado pagando, religiosamente.

Entro a la página del banco. No hay un chat de comunicación. Hablo al número de atención a clientes. Me piden el número de la tarjeta y me dejan en espera. Luego de varios minutos, hablo con un empleado. Me pide que repita mi número otra vez. Me deja en espera. Hablamos diez segundos, vuelvo a esperar. El proceso se repite y al final, me informa: "este no es el número al que debe hablar, por favor comuníquese al XXXX- XXXX".

Me quejo, no sirve de nada. Cuelgo.

"Te están dando el avión", comenta mi hijo, entre risas. A su corta edad, es veterano de varios empleos desechables en call centers y se sabe todos los trucos. Me dice que apuestan a que yo me canse o me harte... para seguir cobrando el maldito cargo.

Por fortuna, en el número que recién me han dado debe estar la solución. Marco. No sirve: son 8 dígitos. Voy a la sucursal del banco. El empleado que ahora da las fichas de atención, como en el Seguro Social, me informa: "la atención no es en sucursal, es por vía telefónica".

Me quejo, no sirve de nada. Por fortuna, ellos tienen un teléfono mágico, con línea directa a sus servicios. Me enseña a usarlo. Espero. Luego de varios minutos, hablo con un empleado. Me pide que repita mi número otra vez. Me deja en espera. Hablamos diez segundos, vuelvo a esperar. El proceso se repite y al final, me informa: "este no es el número al que debe hablar, por favor comuníquese al XXXX-XXXX".

En serio: lo mismo, pero ahora sí, con 10 dígitos. Cuelgo. Me dirijo al empleado de sucursal para que me ayude. Imposible: el teléfono mágico sólo puede comunicar a cuatro líneas del banco, las más usadas. Intento usar mi teléfono: está prohibido ahí adentro.

Luego de dos llamadas de 20 minutos y el paseo a la sucursal, otra media hora, estoy como empecé, pero más enojado. Y es que lo más seguro -me dice mi hijo- es que en una de tantas idas al cajero automático acepté una promoción basura.

Imposible, digo yo. Siempre oprimo el botón rojo, como si fuera una tecla de piano CANCELAR CANCELAR CANCELAR CANCELAR CANCELAR CANCELAR CANCELAR...

Por supuesto, fue error mío, no de la máquina. ¿Quién es infalible, el humano o la...

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