Al Tiro / De risa loca

AutorPaco Navarrete

Una de las razones por las que gustan tanto los dibujos animados -las caricaturas, pues- es que con la risa nos desarman ante nuestros peores defectos. Por ejemplo, la histeria. En "Pollitos en Fuga", después de que a las gallinas se les cae un plan de escape de su encierro, y se enteran que las van a mandar a todas al matadero, una de ellas dice: "Que no cunda el pánico, chicas"... inmediatamente después vemos la cara paralizada de una, mientras abre los ojos desmesuradamente, y entonces todas rompen a gritar, desaforadas, agitando los brazos y golpeándose unas contra otras. La histeria, pues.

De caricatura es también lo que está pasando en esta Ciudad, a propósito de la contaminación, y bien podría llamarse "Políticos en Furia". Aunque el ejemplo en cuestión es más cercano a otra película animada, la de "Shrek": aquí vemos a un príncipe chiquito, muy chiquito, y por lo tanto, como todos los jerarcas de pequeña estatura, es muy, muy furioso (no me lo hagan enojar).

Pues bien, el príncipe chiquito está de malas: nadie le hace el menor caso. Los ricos del condado hacen transa y media sin el menor recato y la plebe, en su afán de sobrevivir, se brinca las trancas cada que puede. Así, los grandes negocios no cumplen ninguna regla y echan humo sin freno alguno. Y como el transporte colectivo es casi inexistente -y el que hay es caro, malo y peligroso-, los plebeyos sólo sueñan con tener carruaje propio, aunque sea una ruina y eche más humo que la leña verde (que, por cierto, también es ilegal, pero nadie hace nada por detener a los que la distribuyen).

Y así, llegó un día en que la maldición de un hada pelada se hizo realidad: el reino amaneció en tinieblas. No era un eclipse: era el humo de la contaminación. Claro: surgió la histeria. A correr todos, en especial los lacayos del reino. Bien que saben de qué lado masca la imperial iguana.

Empezaron los rumores a correr, cortesía de las malas bestias de los pregoneros del reino -que se supone cobran por mantener a la plebe informada, aunque más de uno vaya a Palacio por su cheque-. Y las críticas: que nadie cumple con las reglas, que nadie vigila y las hace cumplir. Que los alguaciles ambientales, en pocas palabras, aprovecharon el puente Lupe-Reyes, y apenas es hora que van regresando de sus vacaciones imperiales.

Y ándale...

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