AL TIRO / Nación 'bully'

AutorPaco Navarrete

Es un tema recurrente. Nos espantamos porque un niño es maltratado en la escuela, a veces con consecuencias irremediables. Al antiguo placer enfermizo de abusar de los más débiles, antes conocido como "pichonear", le llamamos ahora, acorde con los tiempos, "bullying".

Nos imaginamos grandote al acosador, abusado él también por otros. Un niño bully digno más de desprecio que de lástima. Ni por asomo, digno de rehabilitación. Ya se echó a perder, seguro, a los 7 ó 12 años. Pero no nos acordamos del papá, la mamá, los tíos o los abuelos cuando intentan "poner orden" en el hogar a punta de cuerazos, al borde ya de la histeria. O de los maestros, haciendo entrar la letra a reglazos, ahora sí que al estilo de la vieja escuela. Tampoco del policía que está presto a replicar a macanazos, patadas, puñetazos ante cualquier actitud que perciba como una falta de respeto a su autoridad. Mucho menos del energúmeno al que le reclaman por manejar su camioneta sin precaución en medio de la zona peatonal, y en lugar de reconocer su actitud gandalla, prefiere bajarse a buscar pleito. "¿Quién te crees?"... "Aquí mando yo"... "Tú, a mí no me no me hablas así".

Vivimos en una nación de "bullies". Así nos enseñaron, y eso lo volvemos a hacer. Como en el bolero de rompe y rasga, caemos ahí primero por despecho, luego por capricho y lo que es peor, muchas veces por placer.

Cuando a mi sobrinito de seis años le dio por agarrar a su primito como pera de box, su papá le reclamó, molesto y apenado, por qué lo hacía. El chiquillo, con una lucidez apabullante, respondió: "porque puedo". A uno más grandulón, ni esperanzas de que le buscara pleito o le sorrajara con un bate de juguete.

Porque pueden. Así de sencillo. Se abusa porque se puede. Y casi siempre porque la sensación es que no se puede hacer otra cosa. Como en la violación, en el abuso hay también una expresión de impotencia. Es el único acto posible, cuando se siente que no se puede hacer nada más. Cuando no tengo control de mi vida, agarro de sparring a quien se deje, y de preferencia, sin que haya consecuencias para mí.

Todos hemos abusado, de alguna forma y en algún momento, de alguien. Es una sensación de vértigo, un placer culpable... siempre y cuando...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR