AL TIRO / La masacre del pulpo

AutorPaco Navarrete

Regreso de unas cortas e inmerecidas vacaciones -en este país dejaron de ser un derecho para convertirse en un privilegio reservado cada vez a menos personas- para encontrarme con el aumento de tarifa en el transporte público. El sopor de unos días tirado al sol dan paso al enojo, a la frustración. ¡Hombre! Fue lo único que les encargué que no fuera a suceder y así me reciben.

Qué bueno que al menos, sin dinero y con la piel requemada en grado precancerígeno, regresa uno sin estrés. La noticia se resbala mejor. Reflexiono. Ni modo de achacar la derrota a los conciudadanos que se quedaron a sufrir el chantaje del paro de camiones y seguido del asalto a sus bolsillos cuando uno ni voluntad tuvo para mantenerse informado.

El fondo de la noticia es el mismo de siempre: las razones para aumentar de nueva cuenta el pasaje de los camiones se reducen a una sola, la económica, y ésta es una mentira.

Ya en días pasados Rogelio Campos realizó en estas páginas una comparación muy clara: cuando arrancó la ruta de Macrobús en la Calzada Independencia, los ganadores de la concesión resultaron ser los tiburones de la Alianza de Camioneros (qué raro). Éstos invitaron a otras personas al negocio con un esquema muy sencillo; por 50 mil pesos que invirtieran, les pagarían 2 mil pesos al mes como ganancia. Esto es, el 4 por ciento mensual o el 48 por ciento anual, de réditos. El banco paga alrededor de 4 por ciento anual (en teoría: ahora que reviso mi cuenta "de ahorros" para escribir este artículo, me entero que me paga una tasa de ¡cero por ciento anual!).

Así las cosas, si deja para pagar a los inversionistas el 4 por ciento mensual, además de la ganancia para el operador de la franquicia, no es negocio, es negociazo. Y mejor aún cuando ni siquiera les pagan a los inversionistas, según reportan en sus quejas.

Ahora bien, ¿por qué suben las tarifas lo que se les antoja y cada que se les hinchan los neumáticos? Porque pueden. La Alianza de Choferoces tiene nexos históricos...

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