AL TIRO / El hombre camión

AutorPaco Navarrete

Recién vi un documental que puede ser de gran interés para todas y cada una de las personas que hayan sido afectadas por el pésimo servicio de transporte colectivo de esta zona metropolitana, es decir, casi todos los habitantes de la noble y leal ciudad y sus alrededores... excepto quizá los propietarios de los camiones y los políticos que se han sucedido al mando de los municipios conurbados o en el Gobierno del Estado, pues ninguno ha hecho absolutamente nada para cambiarlo.

Me refiero a El Hombre Camión, que no se refiere a ningún ser mutante ni mucho menos a un súper héroe pues, ya lo dije, se trata de un documental. Y en todo caso estaríamos hablando de un villano: el personaje que, suponemos, es una especie de plaga que azota a los pacíficos ciudadanos del Rancho Grande, capital de la jericalla, el birote y las tortas ahogadas.

Lo más interesante de esta producción es que nos ayuda a identificar la raíz del problema, que no es otro que el esquema con que operan los camiones en el asoleado y asolado Valle de Atemajac: el denominado "hombre-camión", que supone que cada unidad de transporte es propiedad de una persona, que trabaja como chofer de la misma y es, a la vez, patrón, empleado y administrador del negocio.

Eso podría haber sido cierto hace algunas décadas, pero es un esquema que ha cambiado de forma radical desde entonces, según aceptan algunos de sus líderes más visibles, en el mismo documental. Otra de las virtudes de este reportaje es que da voz y pone caras a los principales protagonistas de este conflicto: propietarios, operadores y pasajeros.

Ahora lo común es que unos cuantos propietarios de camiones tengan flotillas enteras, de manera abierta o no, y que los choferes sean más víctimas del sistema que los verdugos que algunos creemos que son.

¿Víctimas, los choferoces?, ¿los vacunos? Pues sí. Con horarios a matacaballo, sin tiempo para comer o siquiera para cambiarle el agua a los riñones, y con la obligación absoluta de pelear por los pasajeros, aun a costa de su integridad o la de éstos, los choferes son el eslabón más débil de la cadena de complicidades que hace del transporte colectivo un gran negocio. Y no nos engañemos: sí es un enorme negocio. Si no lo fuera, hace años que sus dueños habrían arrojado la...

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