Al tiro / Discurso doble

No hay mayor reconocimiento al poder de la palabra que el consignado en el Viejo Testamento -a su vez origen de tres de las principales religiones del mundo-, en aquella frase sencilla pero poderosa: "en un principio fue el verbo". Y como sabe todo mexicano bien nacido, verbo mata carita.

Es decir, que la capacidad de enredar, de convencer, de seducir está en la habilidad verbal, mucho más que en una cara bonita. Lo cual genera una paradoja, pues si bien sabemos que la suerte de la fea a la bonita le vale madre, no deja de ser irónico que haya más de una muchacha bonita, la flor más bella de su ejido, que feliz cambiaría su situación de pobreza -producto de las fallidas políticas del Gobierno hacia el agro mexicano-, por siquiera unas migajas de la fortuna de Elba Esther Gordillo, que destaca entre las feas. Digo, con todo respeto.

No es casualidad que el poder político siga fundándose en el poder de la palabra, ya no como en tiempos del viejo régimen, donde un discurso barroco, falsamente elegante e interminable mareaba al respetable, mientras se negociaba el reparto de la nación en lo oscurito. Ahora, producto de la tiranía de los medios electrónicos de comunicación, se prefieren los mensajes claros, de preferencia sencillos o, mejor aún, simples. Y no es lo mismo: sencillo es un monje zen; simple, nuestro Gobernador.

Y ahí, en el reino de los lemas, de los "slogans" -esas frases tan pegadoras como la mujer del Charro Avitia-, pretenden los poderosos comunicarnos su "filosofía", su "visión", sus perlas de sabiduría. Por eso me molesta mucho cuando, además de reducir el intercambio de ideas a su mínima expresión, manipulan el sentido de las...

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