Tiran cascajo a discreción

AutorEvlyn Cervantes

Cada día se generan en México alrededor de 45 mil toneladas de cascajo, es decir más de 16 millones al año, que con frecuencia terminan en vertederos irregulares a las afueras de las ciudades.

Ello implica a su vez el consecuente daño ambiental y el desperdicio de material que podría ser reutilizado.

Las autoridades federales y estatales tienen un muy pobre control sobre el manejo de los residuos de la construcción, ya sea por la insuficiencia de la normatividad vigente y o por el evidente desinterés en el tema.

De acuerdo con estimaciones de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) sólo el 4 por ciento del cascajo es reciclado o reutilizado.

Ante la falta de sitios diseñados para la disposición final de concreto, grava, ladrillo, tabique, asfalto y otros residuos que se generan al edificar o demoler una obra, México se ha convertido en un país de "escombreras" o tiraderos de cascajo a cielo abierto, advierte Constantino Gutiérrez Palacios, profesor de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

El también maestro en ingeniería ambiental por la Universidad del Sur de California, valora que México carece de lugares diseñados para la disposición final de cascajo que permitan reducir los impactos ambientales negativos.

Únicamente se dispone de 300 sitios a nivel nacional para albergar este tipo de residuos y todos ellos son espacios a cielo abierto mejor conocidos como "escombreras" o tiraderos de cascajo, apunta.

"Actualmente, las empresas constructoras no realizan un adecuado manejo de los residuos de la construcción y demolición. Se tiran en vertederos sin regulación, en barrancas e incluso en cauces de corrientes de agua; y las consecuencias se reflejan con impactos ambientales negativos como la generación de lixiviados", explica.

El especialista subraya que cuando los residuos de la construcción se vierten en cauces naturales, se obstaculiza el flujo natural de las corrientes, lo que puede ocasionar inundaciones en zonas aledañas y afectaciones el hábitat de fauna y flora local.

Otra de las consecuencias de la contaminación del suelo es que se dificulta el desarrollo de cultivos y se reduce el valor de la tierra.

Si bien los residuos de la construcción o demolición pueden ser reciclados para emplearse por ejemplo en carpetas asfálticas, Constantino destaca que sólo la Ciudad de México cuenta con una norma ambiental (NADF-007-RNAT-2013) que establece la clasificación y especificaciones para posibles formas de aprovechamiento.

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