En las tierras de Tasmania

AutorErnesto Ríos

Me resultaba irresistible explorar la isla que comenzó a poblarse hace 35 mil años. Estaba intrigado por su historia, sus pinturas rupestres y, sobre todo, quería caminar entre árboles descomunales y acampar por las noches en sus añejos bosques altiplanos. Sabía que Tasmania se ha convertido en un refugio para quienes disfrutan de la naturaleza, el senderismo y la pesca; pero lo que no imaginé, es que el viaje también resultaría una experiencia que se grabaría en mi mente para toda la vida.

Día uno: Hobart y Richmond

Tomé el avión en Melbourne y, una hora 15 minutos más tarde, estaba en Hobart, la capital de Tasmania y la segunda ciudad más antigua de Australia.

Hobart nació como un puerto, y actualmente ese ambiente sigue siendo vital para la localidad. Está al sur del río Derwent, y ofrece espectaculares vistas del mar. Ahí renté un Jeep con el que combinaría largas caminatas durante mi estancia en la isla.

El 40 por ciento de los tasmanos viven en Hobart, pero que su atmósfera no es la de una ciudad muy poblada, al contrario, cuenta con lo necesario para un fin de semana en un entorno relajado.

Más tarde tomé la autopista rumbo al pequeño poblado de Richmond, donde destaca el puente de piedra más viejo de Australia, construido por convictos en el siglo 19.

Aquí es muy agradable deambular por las calles flanqueadas por construcciones de la más típica arquitectura victoriana y visitar las galerías y tiendas en donde se venden pinturas y artesanías locales; todo a paso lento, ya que se trata de un sitio donde el tiempo pareciera no tener prisa.

El ambiente era tan relajado que hasta el zumbido de las abejas se convertía en música. Así es como descubrí que Richmond es un excelente lugar para comprar miel, la cual se vende combinada con muchos sabores o mezclada con fresas o frambuesas, y es tan rica, que lo mejor es aprovechar la estancia en estas latitudes para comprar varios frascos de cada una, y finalizar el día con una visita al museo especializado exclusivamente en miel; ahí se aprecia todo el proceso para la obtención de este sabroso elixir.

Día dos: Port Arthur

En el segundo día de travesía llegué al llamado "Port Arthur", cuya fundación data de 1830.

Originalmente fue creado como una estación de madera y una cárcel para prisioneros enviados por diversas causas por la Corona Británica. En esa época lo importante era mantener a la gente "no deseada" lo más alejada no sólo de Inglaterra, sino de Europa.

Visité la prisión y recorrí los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR