Cuando la tierra sueña

AutorAlberto Blanco

a Gustavo Pérez

Mallarmé le confesó en una caminata nocturna al joven Valéry que quería escribir un poema con la potencia del cielo estrellado. Gustavo Pérez quiere construir con las manos una constelación de tierra con la potencia de un poema. ¿Una coincidencia? Yo creo que se trata más bien de desmesuradas ambiciones artísticas que pueden llegar a convertirse en un anhelo. Una aspiración sin ambición. Una inspiración. Como un punto que, aun estando fuera de la hoja de papel, dicta la perspectiva de un dibujo. O como la serie de puntos que gobiernan, desde más allá de los límites de una superficie blanca, la forma de un paisaje. Una verdadera constelación. Como dice Octavio Paz en el capítulo titulado "El revés del dibujo", de su bello ensayo Los hijos del limo: "La palabra constelación evoca inmediatamente la idea de música y la de música con sus múltiples asociaciones, del acorde erótico de los cuerpos al acuerdo político entre los hombres, suscita el nombre de Mallarmé. Estamos en el centro de la analogía". Estamos en la semilla de la visión.

En una caminata nocturna al borde de la prolija selva que rodea su taller en Zoncuantla, Gustavo Pérez me confesó que, así como nunca ha tenido ambiciones políticas, ni de poder o de dinero, se halla poseído por una desmesurada ambición artística. Yo le respondí que, tal vez, más que de una ambición se trataba de un anhelo. De una aspiración sin ambición. Una verdadera inspiración. Como ese punto que, aun estando fuera de su cuaderno, gobierna la perspectiva de algunos de sus dibujos (o como una serie de puntos, si es que la perspectiva admite distintos puntos de fuga). Un paisaje que es, a la vez, una constelación de notas. Como si pudiéramos escuchar el otro lado de la noche. O mejor aún: como si lográramos ver el revés del dibujo. Al ritmo de la música de jazz que inunda esta tierra y la penetra con los acordes eróticos y sostenidos de la lluvia, vamos hacia el centro de la analogía en busca de la semilla de la visión.

La selva nocturna es un camino donde las estrellas rodean la fauna del taller de Gustavo Pérez. Aquí no hay más poder que el de la noche y sus metamorfosis. Así lo comprendí al borde de un anhelo. De una aspiración sin ambiciones. Una inspiración. Como esas estrellas que habiéndose apagado hace millones de años, nos siguen enviando su luz. El cielo es el cuaderno de un artista que con su atención gobierna la perspectiva (como si cada punto fuera un hito en el camino, una vida, un...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR