Testimodus Operandi / Y sigue libre...

AutorEdmundo Dantón

Circulaba por una de las grandes avenidas de la Ciudad, recogí a mi hija de 23 años. Buscábamos un restaurante donde comer y festejar que el Conacyt le otorgó una beca para estudiar en el extranjero.

Lentamente avanzábamos entre los semáforos eternos y la pachorra de los automovilistas a las dos de la tarde. De pronto mi hija se alarmó. "¡Lo están asaltando!", dijo apretando mi brazo.

Puse atención, percibí dos tipos forcejeando en un auto. "Están peleando", corregí.

"¡No!", insistió, "el de la izquierda le metió medio cuerpo de fuera y lo están asaltando".

Sin reflexionar el peligro que corría, fui hasta donde, en efecto, un gigantón vapuleaba a un joven que era incapaz de contener aquellas manos que al mismo tiempo que le empujaba lo registraba confiado en su fuerza y en su aspecto francamente aterrador.

"¡Qué pasa ahí!", grité con todas mis fuerzas. El demoledor se incorporó con los brazos en alto diciendo: "¡nada, no pasa nada!". Nos vimos frente a frente, con sus ojos expertos localizó que yo era un metiche. Avanzó hacia mí bajando los brazos.

Sin pensar, llevé mi mano derecha a la parte trasera de mi pantalón, levantando mi saco, como buscando una pistola. Retrocedió y huyó entre los autos. Los automóviles arrancaron, subí al mío y avancé sudando y temblando.

"¡Eres un valiente!", dijo mi hija orgullosa. Yo me convulsionaba seguro que había cometido una estupidez que pudo haberme costado caro.

Tiempo después, estando en la cárcel y tratando de demostrar mi inocencia, fui cambiado a un dormitorio en el que aquel gigantón era el jefe que controlaba droga, bebida y prostitución. El terror se apoderó de mí. Estaba seguro de que me reconocería en el acto. Por lo contrario, se portó fríamente atento. Siguiendo instrucciones, según me enteré después, me asignó una celda sólo para mí, lo más apartada posible para que no presenciara cuanto acontecía y me recomendó salir lo menos posible, lo que obedecí sin chistar.

Una mañana me llamó mi hija -yo tenía celular- para decirme que iba a verme...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR