Tesoro agrícola

AutorRigel Sotelo

Al decir "milpa", viene a la mente una imagen bucólica de campos de maíz. Pero no sólo las más de 64 variedades que conforman el pilar básico de nuestra alimentación, sino todos los cultivos aledaños son los que hacen de este sistema agroecológico una auténtica fiesta.

México es pluralidad. Reconocer nuestras diferencias nos da multitud de visiones y culturas en un solo territorio. Pero México es también nuestra raíz común, y nada refleja esa hermosa dualidad como la milpa.

La milpa es una tradición milenaria de agricultura: en el mismo campo, se siembran maíz, frijol y calabaza. Estas plantas conviven entre sí y se potencian.

El maíz toma el nitrógeno de la tierra y da estructura a las enredaderas de frijol. El frijol fija el nitrógeno de vuelta en el suelo, haciendo la labor de fertilizante. La calabaza, con sus grandes hojas, hace sombra y ahuyenta la mala hierba.

Cuando llueve, esas hojas ceden y dejan mojar la tierra; al salir el sol, se abren como sombrilla manteniendo la humedad.

PRESERVAR LO NUESTRO

Todos estos policultivos son de polinización abierta, por lo que intercambian recursos genéticos constantemente y están en evolución continua. Así, van adaptándose a los cambios climáticos, generando resistencia a una crisis ambiental inminente.

Mucho se habla de agricultura regenerativa como el futuro de la alimentación mundial. Un cultivo diverso es resiliente y favorece la diversidad de fauna. Una milpa está llena de mariposas, abejas y otros polinizadores, los cuales a su vez atraen pájaros, murciélagos y demás fauna benéfica.

Lo que vemos es sólo una fracción. Debajo de la tierra ocurre el verdadero festín. Con un cultivo biodiverso, el suelo regresa a la vida, se llena de microorganismos, hongos y lombrices, ayuda a capturar carbono y a producir agua más limpia, sin agroquímicos filtrados.

Además, estos sistemas agroecológicos garantizan autosuficiencia alimentaria; es decir, que las familias tengan una alimentación buena, variada y balanceada durante el año.

La dieta de la milpa es una de las formas de alimentación más sanas y nutritivas: maíz y frijol, en conjunto, dan una proteína de calidad (sobre todo si el maíz se nixtamaliza y se utiliza para hacer tortillas, atoles o tamales) y los cultivos aledaños -quelites, calabazas, chiles y tomates- complementan el aporte con vitaminas y minerales.

Pero este maravilloso equilibrio peligra. El campo se ha vaciado y envejecido. La gente que siembra milpa y sabe cómo hacerlo es mayor: su...

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