TERRAZA / Preocupación legítima

AutorHéctor Moreno

Asistimos a un escenario de violencia inusitado: enfrentamientos a balazos con armas sofisticadas en Durango, en Culiacán, en Puerto Vallarta, en Cuernavaca, a cualquier hora, y la única explicación ofrecida atribuye todo al combate del Gobierno federal a la delincuencia organizada, principalmente al narcotráfico.

Nadie puede decir que no nos advirtieron, desde enero del 2007 en que el Gobierno del Presidente Felipe Calderón lanzó el primer operativo en su natal Michoacán se desataron los demonios de la violencia.

Ciertamente, el Jefe del Ejecutivo ha optado por el camino más largo y vistoso, el enfrentamiento cuerpo a cuerpo en la disputa de los territorios ilegítimamente en manos de la delincuencia organizada y ello, por sus resultados, al paso de los meses ha generado periodos de franco terror entre algunas poblaciones.

Habrá muchos muertos, será por tiempo indefinido, será durante todo el sexenio, nos dijeron una y otra vez a los ciudadanos.

La fuerza del Estado se ha dejado sentir en muchas partes en donde tradicionalmente los malosos se habían adueñado de vidas y propiedades, por eso la respuesta de la gente se puede medir en un apoyo a la gestión del Presidente Felipe Calderón a través de las encuestas a lo largo de estos meses.

Pero de unas semanas a la fecha empiezan a surgir voces, cada vez más insistentes, en que a los ciudadanos nos den una explicación, por lo menos, cercana a la realidad, constatable más allá de los discursos y acciones que se ven todos los días.

Vemos a diario en las noticias operativos de las fuerzas federales, algunas detenciones de quienes nos aseguran son capos del narcotráfico, pero también vemos mucha sangre por todos lados, de policías de los tres niveles de Gobierno, y ello solamente genera suspicacias, pues a ciencia cierta no sabemos si todos los policías muertos eran del bando bueno o del malo.

Se entiende que sólo la autoridad especializada en combatir ese tipo de delincuencia es la que debe tener claridad y debe guardarse el sigilo correspondiente, pero cuando recibimos mensajes tan contradictorios, como el de que el "cerebro" de las operaciones contra el narcotráfico murió en forma tan extraña, pues terminamos con dudas, por no decir que con temor. Si al hombre más importante de esas operaciones, y presuntamente más discreto, lo mataron al ingresar la puerta de una casa -que no sabemos si era suya o de sus papás- ¿qué podemos esperar para nosotros?

Contradictorios son los mensajes, cuando leemos...

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