TEMPLO MAYOR

AutorF. Bartolomé

OTRA VEZ se ha puesto de moda en la Ciudad de México la palabra guaruras y por las peores razones. Lo grave de lo ocurrido ahora con el "gentleman del Ferrari" es que cada día se repiten escenas que molestan, que ofenden, que lastiman.

POR EJEMPLO, los vecinos de la Narvarte saben que cuando Gerardo Ruiz Esparza va a salir de la SCT, más vale que nadie se acerque. Sus escoltas cierran el paso, sin importarles lo que diga la luz de los semáforos y salen echando lámina al estilo microbusero y, si es necesario, hasta se meten al carril confinado del Metrobús. ¡Faltaba más!

OTRO CASO: el de Cuauhtémoc Blanco, que trae escolta ¡del Ejército Mexicano! Supuestamente se la dieron por lo peligroso que es gobernar Cuernavaca, pero lo raro es que el verdadero mandatario es su manager, José Manuel Sanz.

¿SE MERECEN los soldados andar escoltando a un futbolista que no quiere trabajar como alcalde? Gol a la moral castrense.

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POR CIERTO que la Secretaría de la Defensa Nacional podría echarle una manita a los sabuesos del procurador capitalino, Rodolfo Ríos.

NOMÁS es cosa de que la Sedena revise sus archivos para saber si el dueño del Ferrari, o sea, Alberto Sentíes Palacio, cuenta con algún permiso de portación de armas.

CUALQUIERA podría suponer que sus angelitos golpeadores también tienen el codiciado permiso, por lo que no debería ser difícil echarles el guante. A menos, claro, que tuvieran alguna extraña dispensa que no cualquier ciudadano puede pedir.

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EL GUANAJUATENSE Miguel Márquez sigue cocinando a fuego lento sus ganas de ser candidato presidencial, pues ahora resulta que el presupuesto...

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